Una alianza de miembros de la antigua Unión Soviética liderada por Rusia no descartaron llevar a cabo una intervención militar en Kirguistán para terminar con la violencia en el cuarto día de enfrentamientos armados entre kirguises y uzbekos.

Durante una reunión de emergencia celebrada ayer en Moscú, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (ODKB) no descartó «el recurso eventual a todos los medios» a mano de la alianza para intervenir en Kirguistán, «en función de la evolución de la situación», dijo el representante ruso Nikolai Patrushev.

«Hemos desarrollado medidas que se presentarám a los presidentes de los países miembros» del organismo, al que también pertenece Kirguistán, añadió, sin precisar cuáles son estas medidas.

La reunión de la OKDB fue convocada por el presidente ruso, Dmitri Medvedev, quien calificó de «intolerable» la situación que se vive en el país.

El sábado, la presidenta interina kirguís, Rosa Otunbayeva, solicitó a Rusia -que tiene una base militar en Kirguistán, al igual que EEUU- ayuda militar para tratar de reestablecer el orden, a lo que el Kremlin respondió que se trataba de un conflicto interno.

Entretanto, la violencia étnica siguió su línea ascendente en el sur del país, y elevó a 124 el número de personas fallecidas en los choques entre kirguises y uzbekos.

Pese a haber instaurado el estado de emergencia y un toque de queda, y haber ordenado a sus fuerzas disparar a discreción, el Gobierno interino admitió que le está costando retomar el control.

Decenas de miles de refugiados han huido a Uzbekistán. Unos 60.000 refugiados ya fueron registrados en la región uzbeka de Andijan, fronteriza con Kirguistán, cifra que no cuenta a los niños, afirmó Izzat Ibraguimov, jefe del Ministerio de Situaciones de Emergencia en esa región, dando a entender que podrían ser 100.000 los refugiados en el este del país.