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Raimundo Fitero

Problema cromático

Los fascistoides de Intereconomía junto a otros medios de comunicación de la caverna, tienen un problema cromático, y han lanzado una campaña, secundada ya por muchos otros periodistas, que consiste en señalar que la selección de fútbol de España, no se debe llamar La Roja, como ha trascendido desde hace unos años, sino que lo correcto es llamarla rojigualda, asunto que les hace montar tertulias y follones patrioteros, pero es que tienen sus razones. Los motivos a los que acude toda esta casta españolista de periodistas, comentaristas y tertulianos entre el fútbol y los Principios Básicos del Movimiento, vienen fundamentados en varios complejos franquistas: Los rojos, es decir, La Roja, es sinónimo de comunistas, anarquistas, y, según su doctrina, perdedores.

Además subyace otra consideración más coyuntural, la cadena Cuatro, en sus momentos de esplendoroso canto del cisne, fue la que consiguió popularizar el término y era, además, un color que identificaba a la cadena. Así que están matando moscas a escupitajos, pero no van a dejar ni un resquicio en ningún asunto social, económico, cultural, deportivo o político donde no deba aparecer su águila imperial, su doctrina retrógrada, su genética actitud antidemocrática.

Tras la derrota frente a Suiza, el foco se ha colocado en otro punto, que siguiendo con los problemas cromáticos existentes, debería pertenecer a la información rosa, pero que se ha encumbrado a la actualidad más obvia y es que es sabido que el portero Iker Casillas mantiene una relación con Sara Carbonero, y ella es la profesional que Tele 5 ha colocado en el césped para las entrevistas y aseguran que esta circunstancia le provoca malestar al portero que puede bajar su rendimiento. Sería lógico. Pero que esto llegue a los niveles en los que se está tratando empieza a ser un síntoma del deterioro absoluto que vive el ejercicio periodístico. Es cierto, justo después de la derrota, el capitán, Iker Casillas, fue entrevistado por la periodista de manera profesional, y la verdad es que se notaba algo raro, una evidente incomodidad que les agarrotaba a ambos, marcados por el qué dirán. Se merecen todo el respeto.

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