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Alvaro Reizabal Abogado

Ruido, mucho ruido

Situaciones como para que hubiera ruido, mucho ruido, aunque algunos prefieran, de momento, el de las vuvuzelas y aplacen su domesticada protesta hasta el lejano setiembre. Y entonces ya veremos si la llevan a cabo

Zapeando, que es gerundio, di con las noticias de no sé qué canal de televisión, y estaban dando imágenes de Sudáfrica que parecían más propias de una batalla campal que del Mundial de fútbol. Un montón de coloristas negros corrían despavoridos en la atmósfera creada por los gases lacrimógenos generosamente expandidos por las armas de muchos policías que se empleaban tan a fondo como acostumbran a hacerlo en cualquier parte del mundo. Había ruido, mucho ruido, y no de las archifamosas vuvuzelas que destrozan los tímpanos de los asistentes a los estadios y de los telespectadores de todo el mundo, sino de los disparos de las bocachas. El motivo era un grupo de trabajadores del estadio de Durban, una de las sedes del Mundial, que protestaban porque les habían contratado por 60 euros que se convirtieron en 20 a la hora de pagarles. La Policía perseguía a los trabajadores indignados, no a los rufianes que les habían estafado. Cuarenta putos euros tenían la culpa.

De euros y del mundial hablamos y, lo que son las cosas, no en todas partes usan los mismos baremos a la hora de pagar. Sin ir más lejos, en la vecina España arden en deseos de pagar a sus héroes los 600.000 euros que le tienen prometidos a cada uno si ganan el Mundial. En la también vecina Francia están que arden porque sus jugadores han sido alojados, junto a sus compañeras, en un hotel con más estrellas que la bandera americana. Lujo asiático en medio de la miseria de África. Los franchutes critican el dispendio con razón, pero ponen como ejemplo a los hispanos que, dicen, se alojan en una residencia universitaria, aunque parezca para príncipes blancos. Claro que no han tenido en cuenta el insignificante asunto de la prima de los 100 kilos.

Y mientras tanto, recortes y más recortes. Los proyectos de puertos se reducen a la mitad, los de edificios públicos a construir pierden plantas como si se las llevara el viento, las urbanizaciones imprescindibles hace sólo dos años se paralizan, se habla del copago en los medicamentos y parece que sólo es el principio, que para el año que viene darán más leña al mono. Hay que recortar salarios y pensiones para ahorrar y poder pagar a «la Roja», orgullo patrio y símbolo de la Raza.

Apenas hace un mes, vaticinábamos que el Gobierno español aprobaría la reforma laboral a golpe de decreto, y ya está aquí. Despido más fácil y más barato para los empresarios y, encima, subvencionado por el Estado, lo que sin duda hará que aumenten exponencialmente. Paradójica forma de luchar contra el paro. Fomento de la actividad de las ETT para acabar con la precariedad (¡). Y así y todo, la patronal dice que no le basta y que seguirá sin crear empleo.

Situaciones como para que hubiera ruido, mucho ruido, aunque algunos prefieran, de momento, el de las vuvuzelas y aplacen su domesticada protesta hasta el lejano setiembre. Y entonces ya veremos si la llevan a cabo. Sin duda, han suspendido en la convocatoria de junio.

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