En la ciudad de Osh, donde estalló la ola de violencia interétnica hace una semana, en jalal-Abad y en los campamentos de refugiados en Uzbekistán, los testimonios coinciden: los blindados abrieron el camino a las milicias armadas que saquearon los barrios uzbekos durante los ataques muy bien organizados y coordinados. Los barrios de mayo- ría kirguís están casi intactos, pero en los que habita la minoría uzbeka centenares de viviendas han sido totalmente destruidas tras ser saqueadas.

Perfectamente organizado, los blindados dispararon proyectiles incendiarios contra las casas, mientras hombres armados disparaban contra quienes trataban de apagar el fuego. «Nos defendimos con piedras, palos y escopetas», afirmaron los atacados.

El teniente Bakhtior Charipov, desertor del Ejército kirguís y refugiado en Uzbekistán, aseguró que los militares tenían orden -impartidas por sus superiores y no por el Gobierno- de disparar a los civiles.

Los habitantes de Kyzyl-Kychlak (Osh) señalaron a AFP que tras la primera noche de violencia, «personas no identificadas que hablaban un dialecto que no era uzbeko de Osh» les pidieron que marcaran sus viviendas con la palabra «SOS» para recibir ayuda. Al día siguiente los ataques se centraron en esas casas. «Todo estuvo bien organizado y planificado de antemano», manifestó Jatam Yakubov, un abogado que vive en este barrio.

«No ha sido el Gobierno quien ha organizado esto sino las autoridades locales», sostuvo Jalal Nassymov, un imán que igual que muchos de los residentes acusó al alcalde de Osh, Melisbek Myrzakmatov, de estar detrás de los pogromos contra los uzbekos, que siguen viviendo atrincherados en sus barrios.

El alcalde, por su parte, dijo que es imposible saber qué comunidad ha sufrido más y subrayó que «el Ejército nunca ha disparado contra su pueblo».

Vuelta a casa

Unos 5.500 ciudadanos kirguises de etnia uzbeka que se habían refugiado en Uzbekistán han regresado ya a sus casas, indicó el Servicio de Guardafronteras kirguís. La parte uzbeka expresó su disposición de devolver a Kirguistán a sus ciudadanos «una vez que esa república esté preparada para tenerlos de vuelta».

Gobierno kirguís y ONG sobre el terreno coinciden en que la ola de violencia ha provocado hasta el momento 300.000 desplazados internos y 100.000 refugiados en Uzbekistán.

El último balance oficial cifraba en 191 el número de muertos, pero algunos observadores hablan de cerca de mil fallecidos. Una fuente de los servicios secretos rusos citada por la agencia RIA Novosti mencionó más de 1.800 víctimas mortales.