Hace unos cuantos años, ya varias décadas, Apple presumía de tener el mejor sistema operativo y los mejores ordenadores. Tenía razón, pero los logros se alcanzaban gracias a un público cautivo capaz de tragar con todo lo que le imponía el CEO (Chief Executive Officer) Steve Jobb, quien, como Apple, sueña con ser más grande y totalitario que Microsoft. Apple fue quien pagó publicidad para argumentar que la diferencia entre una máquina Apple y otra Wintel (ordenador con sistema Windows más procesador Intel) era que en un Wintel se podía freír un huevo. Años más tarde, Apple le manda a coger margaritas a IBM (su fabricante) para que fuese Intel, que curioso, quien le fabricase sus microprocesadores. También dijo que su sistema operativo era tan bueno y sencillo que su ratón sólo necesitaba una tecla. Hoy todos los Mac utilizan ratón con dos botones, como los pecés. Además, Apple dejó de utilizar componentes exclusivos para Mac (ranuras PCI, discos duros, memoria ram...) para adoptar la mayoría de los elementos del universo pecé.

En medio de un futuro incierto para los ordenadores Mac, Apple desarrolló el iPod. Conociendo la fidelidad de sus seguidores y, en líneas generales, el alto poder adquisitivo de éstos, la empresa de Cupertino se lanzó por una línea comercial desconocida para ella, pero en expansión, los reproductores mp3. Pagando por un buen diseño y explotando a los trabajadores chinos, salió el iPod. No ofrecía mucho más que el resto de aparatos del mercado (un lector de mp3 es lo que es, no da para más), pero Apple sabe convertir muy bien las cosas evitables en necesarias, así que el iPod, un producto muy caro, fue el juguete de su público cautivo y del que quería ser élite. Ocurrió lo mismo con el iPhone y ahora con el iPad, otro trasto innecesario para la mayoría, que se ensambla en China a seis días de trabajo por semana, dieciséis horas al día de jornada y 113 euros de paga al mes. Apple ha crecido una enormidad con sus nuevos artilugios, siempre efectivos y bien acabados, pero es marca conocida por su afán de exclusividad (el iPad leerá libros electrónicos hechos sólo para él, en principio, tal y como ocurrió con sus mp3 bajados mediante iTunes,) por su escasa prudencia con el reciclado de sus productos, por no interesarse por las condiciones de los obreros que fabrican en China sus productos (Foxconn, lleva ya once suicidios en lo que va de año)... Además, las autoridades de EEUU investigan el negocio de móviles de Apple, Apple torpedea la agencia de publicidad móvil de Google... y así y así y así. No, la manzana de Apple no está sana, sus artimañas, su prepotencia, su trato a las redes de venta externas, su locura por patentar y patentar, su autoritarismo, sus extraordinarios beneficios... huelen a podrido por mucho que brille la piel.