Hasta la lluvia se tomó un respiro para la celebración del título ACB por parte de la plantilla del Caja Laboral Baskonia. El de ayer debía ser un día perfecto, inolvidable para todo el mundo, de celebración y fiesta. Así fue. Desde el último aficionado a las principales cabezas visibles del baskonismo, la unión en la alegría fue total. Después de una temporada tan larga, tan dura y tan dificultosa, y tras haber ganado la finalísima de la forma que se hizo, no podía ser de otra forma.

Fue una celebración muy emotiva. Muy sentida. No hubo lágrimas, pero sí varios nudos en el estómago, que la bien pertrechada labia de Huertas y Splitter supo relajar -amén de un San Emeterio desinhibido como pocas veces- a un ambiente festivo químicamente puro. Todos -hasta jugadores sin minutos como Uriarte o Martín Buesa, que realizó su alocución en un euskera impecable, hasta su preciado «¡patatero y orgulloso!»- tuvieron su baño de multitudes ante una afición entregada, que ni se impacientó por el retraso del autobús, que tuvo problemas para realizar el trayecto desde la Diputación de Araba hasta al ayuntamiento, ni se movió -salvo para brincar- un ápice durante la hora que duró la celebración.

Deberes

Pero la hora de los sentimientos llegaría mucho más tarde, porque primero había que cumplir con los deberes y compromisos protocolarios; es la cara b de los éxitos: que todo el mundo desea arrimarse a la vera de los triunfadores. Claro está, que éstos no pusieron mala cara, aunque su mejor versión aparecería, como no podía ser de otra forma, en la traca final.

Así pues, la totalidad de jugadores, cuerpo técnico y directivos de Saski Baskonia se desplazaba por la mañana hasta Arrasate -es un alivio, ciertamente, no tener que sortear ya Arlaban o Gatzaga- para compartir el título de la ACB con su patrocinador principal: Caja Laboral, para celebrar el éxito conjunto con una comida en la sede de la citada caja de ahorros.

Hacia las A las 13.00 se celebró una rueda de prensa con la presencia de Txomin García, presidente de Caja Laboral, Josean Kerejeta, Dusko Ivanovic y Tiago Splitter. En la misma, Marcelinho Huertas calificaba el título liguero como la «recompensa» de una temporada «dura y muy sufrida», marcada por las continuas lesiones que han afectado a casi todos los integrantes de la plantilla. Por su parte, Tiago Splitter opinaba que la clave del triunfo llegó en el primer partido del Palau Blaugrana. Aquel encuentro «justificó» el trabajo de los entrenamientos y vieron que «todo funcionaba» para poder seguir trabajando con «el mismo planteamiento» hasta conquistar esta liga.

Risas y emoción

Además del recibimiento popular, la caravana baskonista pasó por la Diputación de Araba donde, al pie de la escalinata en la casa palacio, les esperaba el gabinete foral con el Diputado General Xabier Agirre recibiendo y felicitando al equipo.

En un autobús descubierto, con los jugadores brincando y grabando el inmortal momento de la celebración, y el trofeo liguero a modo de mascarón de proa, la plantilla baskonista llegó más allá de las ocho de la tarde a la plaza de la Virgen Blanca, una plaza abarrotada con miles de personas, cuyo recibimiento fue un auténtico shock para todos los jugadores y técnicos. Habría risas, sí, pero también mucha emoción.

Pero antes de la fiesta, el protocolo. Los jugadores accedieron a la escalinata de la iglesia de San Miguel, en el que fueron recibidos por el alcalde Patxi Lazcoz y donde se bailó un aurresku en su honor, y Splitter depositó un ramo de flores ante la hornacina de la Virgen Blanca, patrona de Gasteiz. A continuación, el MVP de la ligar regular y de la final, junto a Josean Kerejeta acompañaban al interior de la iglesia a Ivanovic, que depositó otro ramo ante la patrona de la capital alavesa.

Ya afuera, con la figura de Marcelinho Huertas, luciendo su cabeza afeitada tras ganar el título, y Splitter como maestros de ceremonias, fueron presentando a toda la plantilla. Pero los grandes centros de atención no fueron sino las figuras de Tiago Splitter y Fernando San Emeterio.

Las miles de gargantas de los seguidores suplicaron a Splitter que se quede en el Baskonia y retrase su marcha a la NBA, y los aplausos fueron atronadores para Fernando San Emeterio, el artífice de la tercera liga baskonista con su histórico dos más uno de los instantes finales que valió el título.

Los jugadores, por su parte, correspondieron con agradecimiento, y no faltó, como por ejemplo Herrmann, Splitter y Huertas, un auténtico showman, quien recordara aquellos tres cuartos de hora largos que la afición baskonista estuvo en el graderío del BEC, animando a un Baskonia que venía de caer de paliza ante el Real Madrid.

Fue Dusko Ivanovic el último en salir y, como en su etapa de jugador, puso las gotas de clase, aunque sorprendió por atreverse a «dirigir» la marcha de San Prudencio con la afición.

«Muchas gracias a vosotros -les dijo- por los maravillosos momentos que nos dais. Tiene mucho mérito el título que han conseguido estos chicos, y ahora este título es para vosotros», confesó, para añadir y ganarse para siempre el corazón de todos: «No lo olvidéis nunca: sois los mejores».