Para abrir una polémica basta con poner a dos personas ante un dilema. En nuestros tiempos, los debates de trascendencia social se reflejan en los medios de comunicación y, al mismo tiempo, éstos se alimentan del intercambio de opiniones para lograr cierto protagonismo a través de rimbombantes titulares que, en algunas ocasiones, no esconden más que débiles argumentos sin ningún trasfondo intelectual.

Uno de esos llamativos titulares que he leído recientemente es éste: «¿Internet nos hace más inteligentes o más tontos?». Una vez servido el dilema, la discusión puede ser eterna. Pero ello será debido a algún condicionante genético ligado a nuestra capacidad de hablar y escuchar -que sea de forma oral o escrita, tanto da- más que a una imperiosa necesidad de resolver la cuestión. Porque la respuesta que zanja esa pregunta es clara: ni una cosa ni la otra porque, como se puede deducir aplicando un poco la lógica, no existe tal dilema.

Que una persona sea más o menos inteligente, o más o menos tonta, no depende de Internet; ni de las horas que dedique a ver la televisión o a la lectura de novelas; ni de si le gusta el fútbol o prefiere pasear por la montaña. No nos engañemos, la tecnología no nos hará más inteligentes, o menos tontos, por el simple hecho de saber manejarla.

También resulta incuestionable que Internet ya juega un papel importante en las estructuras socio-económicas de gran parte del planeta. Pero no nos equivoquemos: en el ámbito del desarrollo personal, todavía se puede vivir perfectamente sin estar conectados a la red, como se puede vivir sin tener un televisor en casa o dando la espalda a la literatura. Y ello no nos hace más tontos ni más inteligentes.

Vista la evolución histórica de la humanidad en los últimos veinte o cuarenta siglos, no hay ninguna razón para afirmar que los avances científicos y sus aplicaciones tecnológicas nos hacen más inteligentes ni más tontos. Volviendo al principio, termino con un dilema: ¿Seremos capaces de utilizar Internet de forma inteligente o lo haremos como estúpidos?