V ivimos días de cambio, no cabe duda. Todo el mundo mira a izquierda y derecha en la convicción de que la crisis, las iniciativas políticas en Euskal Herria y la feroz lucha por el poder en Madrid van a terminar por cambiar el escenario en el que nos movemos. Es, pues, el tiempo ideal para los augures.

Ayer en «El Imparcial», su director, Joaquín Villa, sentenciaba que «la carrera política de Zapatero tiene los días, los meses como mucho, contados. El Parlamento entero le da la espalda y hasta los sindicatos y su propio partido le miran de reojo». Y ahí nacía su desconfianza porque «fiarse de Zapatero o del Gobierno sería, simplemente, de tontos. Negaron con solemnidad y rabia la crisis económica y la negociación con ETA. Mintieron. Y ahí siguen y ahí quieren seguir». Ya ven que el tío lo tiene claro. Por eso advertía que «desde hace unos meses, desde que el declive de Zapatero comenzó a ser una evidencia, han vuelto las informaciones sobre las buenas intenciones de ciertos etarras. Unos presos se mostraban sensibles con las víctimas y hasta pedían su reconocimiento, Otegui se desmarcaba de la línea dura para dar a la banda una salida política y, ahora, resulta que otros pistoleros han hecho llegar al Gobierno sus intenciones de `parar' la lucha armada y participar en las elecciones». ¡Ya salieron las elecciones a relucir! ¡La bicha!

Según el escriba de la derechona de las cavernas «ETA, que sabe que sólo a Zapatero puede engañarle dos veces y que, además, está tan acabada como él, quiere ayudarle a aguantar en La Moncloa y ya le pone en bandeja otra tregua, incluso una entrega de las armas. Y el eterno aspirante al premio Nobel, el impulsor de la Alianza de las Civilizaciones tiene de nuevo la oportunidad de seguir jugando su macabra partida. Él dirá que busca la paz». El tío sigue en plan augur romano: «Lo primero que conseguirá Zapatero con el mero acercamiento a ETA será el regreso del PNV al poder que tanto añora. Porque el PP no tendrá más remedio que romper el pacto de Gobierno. Zapatero, si le sirve para seguir en la Moncloa, sacrificará a Patxi López». Pues si sirve para alcanzar un escenario democrático en estos pagos, casi me parece bien. ¿A ustedes?