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Iñaki Antigüedad Doctor de Hidrología de la UPV-EHU

Eskualdeak: Territorialidad desde el Territorio

Deseo aportar ideas al debate que sobre la pretensión de la metrópoli del TH de Bizkaia de construir un museo franquicia en Busturialdea han traído a este medio Nekane Jurado («La nueva franquicia Guggenheim en la economía de la especulación», GARA, 2010-5-17) y Josu Amezaga («El Guggenheim de Urdaibai», GARA, 2010-5-29), y lo quiero hacer desde la defensa del marco comarcal, el eskualde, como unidad básica territorial de una forma diferente de entender la ordenación del territorio y el propio desarrollo socioeconómico. Una forma diferente de entender territorio, economía, servicios, proximidad, identidad, medio ambiente, relaciones sociales, movilidad, participación, toma de decisiones; en definitiva, de entender el «modelo de país».

La del territorio es una reflexión pendiente en la izquierda soberanista, y creo que esta situación de conjunto de crisis es adecuada para hacerla porque hay la posibilidad de fortalecer principios y actuaciones radicalmente opuestas a las que están en la raíz de la situación. Más aún cuando en los últimos tiempos agentes sociales en distintos eskualdes tratan de configurar desde la proximidad territorial alternativas de salida a la difícil situación socioeconómica. Busturialdea, Deba Garaia, Sakana o Bortziriak son algunos ejemplos recientes que conviene dar a conocer y fortalecer como referencias prácticas.

En esta línea, quisiera hacer mención a un artículo que con título «Es el momento de establecer prioridades» escribían hace poco quienes fueran consejero y viceconsejero de Medio Ambiente del Gobierno de Lakua, Sabin Intxaurraga e Iñaki Ezkurra (GARA, 2010-5-26). Centrados en las prioridades de las infraestructuras de transporte desde «la óptica de la sostenibilidad no retórica», criticaban actuaciones, portuarias y aeroportuarias, «por no agotar todo el rendimiento de las infraestructuras actualmente disponibles con una verdadera ordenación del país», «sacando el máximo partido de unos recursos, los presupuestarios y el territorio, que son siempre limitados». Creo que esa es precisamente una de las asignaturas pendientes, la reflexión en el soberanismo no retórico sobre la ordenación territorial del país, teniendo en cuenta que el problema central de esa ordenación no es la capacidad de pago de las infraestructuras, sino la capacidad de carga del territorio. La sostenibilidad, al fin y al cabo.

No comprendo, entre tanta crítica, su apuesta por el TAV que, dicen, podría permitir una conexión entre áreas funcionales, eso sí, con intervenciones que no están en el proyecto. Pero esa infraestructura no está pensada para ello, ni antes ni ahora. Me parece más razonable demandar su paralización, por irracional, más aún en situación de crisis, derivando su enorme presupuesto a fortalecer políticas sostenibles y, a la par, debatir seriamente sobre la vertebración territorial que este país necesita para que todas las políticas, incluyendo las de infraestructuras, converjan, por la senda de la transición, hacia un futuro de sostenibilidad ambiental, social y económica con base territorial. Que vayamos aclarando esta base de articulación de país es, además, esencial teniendo en cuenta que a corto plazo debe darse la revisión de las DOT, ya con retraso. Si, como dicen que dijo Einstein, no se puede resolver un problema desde la misma forma de pensar que lo ha creado, creo que habría que abortar no sólo la materialización, sino el propio concepto de Euskal Hiria, que surge de los mismos cimientos que sostienen todas las crisis actuales.

Las posibles salidas a la situación de crisis estructural de los eskualdes son difíciles y complejas, porque implican huir de la inercia que se esconde en las propias causas que han originado la crisis, porque implican repensar desde y para el eskualde formas de actuación en el terreno socioeconómico, y porque implican apoyos institucionales y financieros desde fuera del eskualde, sobre todo desde las diputaciones, que, en algunos casos, y no son pocos, son parte del problema. De ahí también la necesidad «política» de este debate en el soberanismo no retórico cuando hay a la vista elecciones municipales y forales y se habla de configurar alianzas estratégicas en el camino hacia el estado vasco. Desde la izquierda la territorialidad necesita territorios, y la gobernabilidad proximidad. Eskualdeak eskura.

Hay que cambiar el paradigma. Las salidas necesitan como punto de partida un diagnóstico real de lo actual, un conocimiento del de dónde venimos, en todos los sectores socioeconómicos, de las debilidades, de las fortalezas. Pero necesitan también clarificar un objetivo. ¿Cómo queremos el eskualde a largo plazo? Y, lógicamente, se necesita una hoja de ruta que defina la transición desde una situación insostenible hacia un futuro sostenible que permita materializar de forma estable la fuerza contenida en «Eskualdean: Bizi eta Lan» (vivir y trabajar en la comarca). Es el «atzekoz aurrera» de los bertsolaris; es saber que cada actuación en el eskualde se enmarca en un conjunto, con distintas actuaciones, con diferentes intereses por parte de los agentes del territorio, con diferentes plazos, pero en una hoja de ruta, al fin y al cabo. Quisiera saber, por propio desconocimiento, el papel que en este sentido están jugado las agencias de desarrollo en los distintos eskualdes.

En esa apuesta es fundamental vertebrar las fuerzas vivas del territorio y activar las medio muertas. A veces me pregunto dónde demontre están muchas de las personas, comprometidas en lo político, que se han formado en los distintos dominios del conocimiento, cuando se trata de integrar su saber «técnico» particular en la crítica al modelo actual y en la configuración de alternativas sostenibles desde y para el eskualde, mediante redes sociales que abarquen el conjunto de sectores de la socioeconomía. Busturialdea fue un ejemplo de planificación participada por numerosos agentes del territorio cuando elaboró el PADAS al final de los 90. Pero, a pesar de convertirse en decreto, no se llevó a la práctica en la dimensión establecida, indicativo de que las apuestas hay que mantenerlas activas en el tiempo y darlas a conocer para crear referencias prácticas. Como la referencialidad del puerta a puerta iniciado en Usurbil y consolidándose en su proximidad territorial.

Necesitamos eskualdes vivos, no eskualdes objeto de deseo externo para ubicar bilbainadas o como paso de infraestructuras. Maldito el país condenado a ser lugar de paso por designio del mercado y de sus pajes. El desafío, pienso, está en potenciar, desde la sostenibilidad, una visión territorial del desarrollo comarcal que supere la visión local de servicios y la visión económica regional. En Euskal Herria los eskualdes tienen una realidad histórica, geográfica e identitaria. Les falta realidad jurídica, poder de decisión en su marco territorial, para que nadie desde la metrópoli te venga diciendo que tu solución a la crisis pasa por un museo o una bienal. El ámbito competencial de los eskualdes hay que tomarlo seriamente en cuenta para cuando, de una santa vez, se ponga sobre la mesa la modificación de la LTH, otra de las asignaturas pendientes en este aprendizaje. Bueno, la formación es continua, ¿no?

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