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Los muertos en Kirguistán pueden rondar los 2.000 y los afectados llegarían al millón

La presidenta interina de Kirguistán, Rosa Otunbayeva, afirmó que la cifra de muertos por la ola de violencia interétnica podría ser diez veces superior a los 192 del balance oficial y rondar los dos mil, mientras que la OMS elevó hasta el millón el número de afectados «directa o indirectamente». ICG y HRW pidieron la intervención de la ONU, cuyo Consejo de Derechos Humanos instó al Gobierno a realizar una investigación «exhaustiva y transparente».

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Rosa Otunbayeva, presidenta kirguís, visitó ayer la ciudad de Osh, donde el pasado día 11 estallaron los enfrentamientos interétnicos que podrían haber delado cerca de 2.000 muertos, y prometió que las autoridades del país harán todo por su pronta reconstrucción para que «la gente vuelva a sus hogares».

Aunque el Ministerio kirguís de Sanidad informó de 192 fallecimientos confirmados, la propia Otunbayeva declaró que la cifra real es varias veces más elevada. «No es que se haya ocultado la verdad», dijo, sino que tradicionalmente los familiares de los muertos entierran a sus difuntos sin informar a las autoridades. «Sin duda, los muertos son más... Yo multiplicaría por diez las cifras oficiales», afirmó la mandataria en una entrevista publicada ayer por el diario ruso «Kommersant».

AFP contabilizó 68 nuevas tumbas de uzbekos en los dos cementerios de Kyzyl-Kychlak; 26 en Jalal-Abad y 21 en Chark. Según los imanes y los enterradores, no se informó a las autoridades de ninguno de esos fallecimientos. Además, varios testigos informaron a esta agencia de la existencia de fosas comunes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, afirmó que los enfrentamientos de los últimos días han afectado «directa o indirectamente» a un millón de personas en la antigua república soviética. Esta cifra -300.000 refugiados y 700.000 desplazados internos- sería el «peor de los escenarios», puntualizó Giuseppe Annunziata, coordinador del programa de ayuda de emergencia de la OMS. La portavoz de Unicef, Christiane Berthiaume, coincidió en que en torno a un millón de personas necesitará ayuda internacional. Por el momento, las cifras verificadas dan cuenta de al menos 300.000 desplazados internos y 100.000 refugiados que lograron cruzar a Uzbekistán, de donde han empezado a regresar.

Amenaza extremista

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, advirtió en una entrevista publicada ayer por el diario estadounidense «The Wall Street Journal» de que la situación en Kirguistán podría empeorar y existiría el riesgo de que surja un régimen extremista como el que instalaron los talibán en Afganistán en 1996 tras derrocar al Gobierno. Tanto Rusia como EEUU, que ha pedido una investigación internacional y ha instado a Bishkek a «detener la violencia», están preocupados por que la continuidad de la inestabilidad en el país pueda ofrecer un caldo de cultivo para los islamistas en Asia Central, apuntó Efe.

Sin recurrir a la amenaza talibán, el centro de análisis International Crisis Group (ICG) alertó también la víspera de que la situación en el sur del país sigue siendo «impredecible y volátil», tras calificar de «peligrosamente prematura» la declaración Gobierno provisional en el sentido de que la situación había vuelto a la normalidad.

Para Daniil Kislov, redactor jefe del medio on-line independiente ferghana.ru, que abarca Asia Central, «el sur es casi un estado de anarquía» y alertó de que si los hombres armados -entre 700 y 2.000- se dirigen al norte, la anarquía puede instalarse en todo el país».

A juicio del ICG, Bishkek «debe buscar ayuda de la comunidad internacional» a través del Consejo de Seguridad de la ONU, una opinión compartida también por el analista Lilit Guevorkian, analista del IHS Global Insight CIS. «Dada la incapacidad del Gobierno interino para poner fin al conflicto, la intervención internacional puede ser la única opción».

A esta tesis se sumó ayer Human Rights Watch, que en una carta remitida junto al ICG al Consejo de Seguridad de la ONU, pidió el envío urgente de una misión de estabilización, al estimar que la situación representa una «amenaza significativa a la paz y la seguridad».

El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por su parte, pidió ayer al Gobierno kirguís que lleve a cabo una «exhaustiva y transparente» tanto sobre este último estallido de violencia como sobre la revuelta de abril que concluyó con el derrocamiento del presidente, Kurmanbek Bakiyev.

Ayer, su hijo menor, Maxim, fue arrestado en Londres, donde presentó una solicitud de asilo. Efe agregó que Azimbek Beknazarov, uno de los vicepresidentes kirguises, anunció que solicitará ayuda a EEUU para lograr su extradición, ya que le acusa de estar detrás de «actos terroristas». Beknazarov advirtió de que si Washington no ayuda a Bishkek a lograrlo, él personalmente pedirá al Ejecutivo el cierre del centro de tránsito de cargas que EEUU tiene en Kirguistán por el que abastece a las tropas desplegadas en Afganistán.

demanda de asilo

Maxim Bakiyev, hijo menor del derrocado presidente, Kurmambek Bakiyev, y al que las autoridades acusan de estar detrás de la ola de violencia interétnica, ha presentado una solicitud de asilo político en Gran Bretaña.

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