GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

El Islam en Europa

«Si ataca a los musulmanes, Europa se destruye a sí misma»

p006_f01_199x140.jpg

Tariq Ramadan

Filósofo musulmán europeo

Nacido en Ginebra (Suiza), en 1969, Tariq Ramadan es profesor de Estudios Contemporáneos Islámicos en la Universidad de Oxford y subraya que los musulmanes europeos tienen características propias diferenciadas de los de otras sociedades, reclamando que se conviertan en agentes activos en Occidente. Ramadan clausuró ayer en la Alhóndiga de Bilbo el seminario «Pluralismo, religiones y convivencia».

Martxelo DÍAZ | BILBO

Una de las principales ideas que usted defiende es que los musulmanes que viven en Europa son parte de las sociedades europeas y no algo ajeno a ellas.

Sí. Tenemos que entender que no estamos hablando de inmigrantes ni de extranjeros. Estamos hablando de europeos, estadounidenses, canadienses..., ciudadanos de estos países. Se pide a la gente que se integren en estas sociedades, pero es importante que las sociedades integren a este gente como personas pertenecientes a las mismas.

Destaca que si estas sociedades no son capaces de ofrecer una igualdad de derechos a todos sus miembros están perdiendo una parte intrínseca de su propia identidad.

Sí, pienso que tenemos valores que realmente son muy positivos, como los derechos humanos, la dignidad, la justicia o la igualdad. Uno de los mayores peligros para Europa y las sociedades europeas es perder su alma y actuar en contra de sus propios valores en lugar de defenderlos. Es algo inaceptable.

Usted también defiende que los musulmanes europeos, como miembros de las sociedades europeas, deben luchar por sus derechos.

Así es. Pienso que no deben pensar en ser aceptados trabajando únicamente en asociaciones de solidaridad islámica durante el mes del ramadán. Es una cuestión de derechos y de su contribución a la sociedad como ciudadanos. Un ciudadano, por definición, es alguien activo. Él o ella contribuye al bienestar de la sociedad. Al mismo tiempo, hay que destacar que no tienen que aceptar ser estigmatizados porque practiquen el Islam o vistan de una manera determinada. La legislación del país me protege. Pero si se emplean las leyes para excluirme, de hecho se está actuando contra los derechos básicos de esa sociedad, como la libertad de expresión o la libertad de religión.

Los musulmanes tienen que ser más asertivos. Es lo que llamamos el proceso de empoderamiento. Soy europeo y hablo en mi nombre. No necesito a nadie que hable por mí. No me refiero sólo a elementos culturales, a comer cuscús o kebab. Es mucho más profundo que todo eso. Se refiere al poder, a la autonomía y al respeto de uno mismo. Hay gente a la que esto no le gusta. Prefieren ser tímidos y no protestar. En cambio, estamos hablando de igualdad de derechos. No estoy suplicando que se me acepte, sino subrayo que tenemos que compartir nuestro futuro.

En este sentido, subraya que los problemas que tienen los musulmanes europeos son muy diferentes a los de los musulmanes de Oriente Medio, por ejemplo.

Tenemos problemas comunes y problemas diferentes. Entre los desafíos comunes están la construcción de la democracia y la igualdad entre el hombre y la mujer. Esto es algo que afecta a los musulmanes en todo el mundo. También tenemos problemas específicos. En Oriente Medio existe corrupción, falta de democracia, falta de libertades. En Occidente, tenemos otros problemas. Estamos hablando de ciudadanía, de los derechos de las personas, de la justicia, de participar en la socie- dad. Los musulmanes tienen que actuar conjuntamente ante sus problemas comunes, pero las cuestiones específicas de España, Alemania o EEUU tienen que ser resueltas por estas sociedades. Ante ello, los musulmanes pueden tener una mentalidad victimista. Se dice que somos víctimas y que a la gente no le gustan los musulmanes. Ésta no es la solución. Debemos ser sujetos activos de nuestra historia. No tenemos que esperar que nos quieran, sino que nos respeten. Otra cuestión es la de la mentalidad de pertenecer a una minoría. Es una trampa, ya que tenemos el mismo sentido de la justicia.

Desafortunadamente, en Europa se están aplicando medidas contra los musulmanes, como la prohibición del burka y el niqab, una práctica extremadamente minoritaria pero que se emplea para actuar contra todo el colectivo. Se ha actuado así en Bélgica, en el Estado francés y también en el español. ¿Se está yendo en la dirección errónea?

Todas estas controversias están siendo instrumentalizadas por políticos, intelectuales y medios. En Suiza hay una minoría, pues se prohíbe. Si tenemos de 200 a 1.000 mujeres que visten el burka o un velo que les tapa la cara en Francia, se prohíbe y se impulsa una controversia sobre la identidad nacional. Es una estrategia de destrucción, porque los políticos no solucionan los problemas sino que ponen el foco en cuestiones secundarias. Quieren que se olvide, por ejemplo, la crisis económica. Se transforma un problema de relaciones en un choque de civilizaciones. No es el camino correcto. Y es algo que no afecta sólo a los musulmanes. Ustedes mismos, que tienen un conflicto entre España y los vascos, saben cómo funciona. Los poderes políticos instrumentalizan los problemas demonizando al otro. Es siempre lo mismo. Tú eres el malo y nosotros somos los buenos. Hay que actuar inteligentemente ante esta situación. No somos ingenuos y sabemos cómo funciona. Tene- mos que implicarnos en esta cuestión, pero no es algo que afecte sólo a los musulmanes, la izquierda tiene mucho que decir en la defensa de los derechos ciudadanos. Los musulmanes no pueden aislarse. Lo que sucede en Europa no es peligroso para los musulmanes, sino para la propia Europa.

Es de nuevo el poema de Bertolt Brecht. Ahora se ataca a los musulmanes, pero en el futuro el objetivo serán otros sectores sociales.

Exactamente. Es lo que hay que entender. Cuando hablo del «nuevo nosotros», quiero expresar que es algo que nos afecta a todos. El reto es no caer en la trampa de que nos usen a unos para atacar a los otros.

Una estrategia similar, utilizando el miedo a los musulmanes, se ha empleado para rechazar la adhesión de Turquía a la UE, cayendo en el riesgo de convertir a ésta en un club exclusivamente para cristianos.

Así es. Todos los que dicen que Turquía es un país demasiado musulmán para pertenecer a la UE no se dan cuenta de que ya hay millones de europeos que son musulmanes y ciudadanos de la propia UE. Una vez más, se traicionan los principios que dan origen a las sociedades laicas, como la dignidad humana o los derechos humanos. Hay que aplicar estos principios, estemos hablando de musulmanes o no. Se han convertido las relaciones con Turquía en un conflicto cultural. Y hay que tener en cuenta que Turquía juega un papel importante, aunque Europa no quiera verlo. Ha creado una red internacional que abarca Oriente Medio y Asia. Europa les ha dicho que no y están jugando un papel destacado en la región. Esto es algo que los países europeos deberían comprender. Hay que tener en cuenta, además, que Europa no puede sobrevivir sin inmigrantes. Necesitamos a Turquía y a África porque somos sociedades cada vez más envejecidas. Y éste es otro motivo por el que se puede criticar esta postura y trabajar para cambiarla.

Otro ejemplo del uso del miedo a las musulmanes puede ser Palestina, frecuentemente presentada como un conflicto entre judíos y musulmanes cuando en la base del mismo está la conculcación de derechos.

Estoy completamente de acuerdo con usted. Es otra trampa presentarlo como un conflicto entre judíos y musulmanes. Cuando estuve con el Papa, que estaba acompañado de varios cardenales, le manifesté que era necesario que una voz cristiana autorizada destacase que éste no es un conflicto entre judíos y musulmanes. Todas las religiones coinciden en que los Santos Lugares tienen que estar abiertos a los fieles de todas las religiones y a quienes no pertenezcan a ellas, como agnósticos o ateos. La clave de la cuestión es una colonización política que no reconoce los derechos de los palestinos desde hace 70 años, desde la misma constitución del Estado de Israel. Es colonización, matar a inocentes, terrorismo de Estado. En ningún caso es un conflicto religioso.

Usted ha sido criminalizado por defender su postura. Una de las acusaciones que se la ha realizado es que utiliza un doble lenguaje, más moderado en francés o en inglés, pero mucho más radical en árabe.

Si esto fuera verdad, no tendría prohibido el acceso a seis países. No me dejan entrar a Arabia Saudí, porque dicen que soy muy liberal. No puedo ir a Egipto porque es una dictadura. Lo mismo ocurre con Túnez o Libia, puesto que escribí un artículo contra Al-Ghadafi en relación al conflicto que tiene con Suiza. Seis países me han vetado, lo que demuestra que si tuviera un doble discurso no me castigarían países no democráticos. Junto a ello, hay que recordar que fui vetado por EEUU durante seis años, durante la Administración de George W. Bush. Con Obama, puedo volver. Durante seis años me investigaron, pero no pudieron encontrar nada. ¿Dónde está la radicalidad? Al mismo tiempo, partici- paba en una comisión en Londres con Tony Blair [creada tras los atentados del 7-J en Londres]. Estas acusaciones han sido lanzadas por gente que quiere convertirme en sospechoso porque les desafío diciendo que no pueden llevar cabo las políticas que están defendiendo. Esta estrategia, ya se empleó en la década de 1920 y 1930 con los judíos, a quienes se les acusaba de tener un doble discurso. No es algo nuevo.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo