El que dos fuerzas políticas suscriban un acuerdo estratégico para desarrollar una unidad de acción ya constituye en sí mismo una novedad. Si además una de esas fuerzas está ilegalizada por el Estado español y la otra forma parte del abertzalismo institucional y se integra en un partido europeo como la ALE, es muy difícil decir sin mentir que «no hay nada nuevo». Pero si además el objeto de esa unión es que ambas fuerzas se comprometen a luchar por un estado vasco a través de la confrontación democrática, meramente civil, es evidente que nos encontramos ante una noticia de calado. Más aún cuando una de las acusaciones en las que se basa la ilegalización de la izquierda abertzale es la de «formar parte de una organización terrorista» y el acuerdo detalla nítidamente «el compromiso firme y definitivo del uso en exclusiva de las vías pacíficas».

Partiendo de tradiciones y formas de actuar muy distintas, Eusko Alkartasuna y la izquierda abertzale han sido capaces de llegar a un acuerdo sobre bases muy concretas. Su redacción ha costado meses y probablemente ésa precisamente haya sido la parte más fácil de este trabajo en común, que en el futuro necesitará de muchas dosis de respeto, generosidad y visión a largo plazo para que fructifique. Es un primer peldaño de una larga escalera. Pero es un paso que venía demandando un amplio sector del abertzalismo sociológico que no veía concretada una oferta política que apostara por la independencia desde una perspectiva de izquierda y con voluntad de ganar.

Ahora, mientras PSOE, PP y otros discuten sobre si son galgos o podencos, lo que cabe esperar es que el documento suscrito ayer se convierta en trabajo activo día a día en los pueblos de toda Euskal Herria, una tarea a la que se puedan sumar muchos más abertzales o simples demócratas. Es esa labor en la base la que puede garantizar que se vayan haciendo realidad los contenidos de esas bases para la unidad estratégica independentista y se pueda poner en marcha un movimiento inasimilable por los estados español y francés, que revolucione el escenario político vasco.