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Bélgica toma el testigo de España en la presidencia de la UE

Cinco objetivos, los de siempre

Josu JUARISTI

La presidencia rotatoria belga al frente del Consejo de Ministros de la Unión Europea, que arrancará el 1 de julio, ha presentado un documento resumido de una página en el que identifica 5 grandes objetivos (componentes, lo han llamado) con sus correspondientes estrategias.

En el componente socioeconómico el objetivo declarado es restablecer el crecimiento sostenible y la competitividad, para lo cual buscarán implementar la Estrategia Europa 2020, consolidar el Pacto de Estabilidad y la gobernanza económica, impulsar el empleo, promover la innovación y situar el foco en la política industrial y las infraestructuras.

En el componente social tratarán de promover la cohesión social.

El tercer componente o área clave es la medioambiental. El objetivo es encender el interruptor de la economía verde, promoviendo instrumentos legislativos, preparando la décima conferencia de la Convención sobre Biodiversidad...

Cuarto componente: libertad, seguridad y justicia, con el objetivo de consolidar y completar la comunitarización de estos ámbitos, para lo cual la presidencia belga buscará consensos para desarrollar un procedimiento uniforme de asilo, para combatir el crimen, la inmigración ilegal y el tráfico de seres humanos y para establecer el reconocimiento mutuo de las decisiones judiciales.

El último componente estrella de esta presidencia será la acción exterior. El objetivo es que la UE se convierta en un actor global de paz y seguridad. Bruselas tratará de poner en marcha el Servicio Europeo de Acción Exterior, seguirá con las negociaciones con los países candidatos a la adhesión en base a sus méritos individuales y salvaguardará y promoverá los derechos humanos.

Éste es, resumido, el programa belga.

Una primera valoración nos lleva a constatar que es más de lo mismo, tan genérico que huele a humo. Una presidencia rotatoria vuelve, como ya hiciera la española, a plantear grandes objetivos, lo que casi siempre equivale a no centrarse en nada. Si sus problemas de Gobierno y de Estado no les frenan demasiado, los nuevos «secretarios» del Consejo de Ministros de la Unión serán seguramente más eficaces que los anteriores, que los españoles, a la hora de buscar consensos, establecer o restablecer contactos y relaciones y llevar con más orden y menos sorpresas la agenda de los consejos. Y eso será todo, entre otras cosas porque las presidencias rotatorias no dan para más.

La rotación española ha demostrado que este sistema de presidencias está totalmente obsoleto (ya lo estaba antes incluso del desembarco de Herman Van Rompuy). Sólo queda por ver hasta dónde prolongan la agonía del actual modelo.

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