Grecia permanecía ayer en estado de shock tras la explosión mortal del jueves en el Ministerio de Interior, que costó la vida a un estrecho colaborador del ministro encargado de los servicios de seguridad. La investigación policial se centra en saber cómo pudo sortear el paquete bomba todos los sistemas de control y llegar hasta corazón mismo del aparato de seguridad del país.

Un portavoz policial, Thanassis Kokkalakis, mencionó una negligencia de los guardias encargados de vigilar el acceso al Ministerio, aunque dijo «no querer creer» en un cómplice en el interior.

El paquete explotó en las oficinas de personal del ministro, Michalis Chryssohoïdis, ubicado en la séptima planta del edificio, que es también la sede de la Policía.

El jefe de la seguridad personal del ministro, George Vasilakis, de 52 años, murió cuando abrió el paquete, que era una «caja pequeña».

Para acceder al Ministerio hay que pasar dos controles, pero no hay un sistema específico para la detección de explosivos.

El primer ministro griego, George Papandreu, reiteró en el Parlamento que se trataba de un «ataque terrorista», ocurrido mientras el país se enfrenta a una grave crisis económica y social. aunque los investigadores han sido incapaces de dirigir sus pesquisas hacia una organización específica griega, dada la falta de precedentes en este modus operandi.