La mayoría sindical vasca ha convocado una huelga general para mañana, 29 de junio, la segunda movilización de este tipo en poco más de un año. En mayo del año pasado miles de ciudadanos vascos salieron a la calle para exigir que la crisis «la paguen quienes la han provocado». Ante la evidencia de que las medidas tomadas en este periodo van en sentido opuesto, es decir, al ver que la Banca y la patronal son los que marcan la agenda y que los políticos aplican medidas que afectan tan duramente a los derechos de los trabajadores y a las expectativas de los desempleados y los sectores sociales más desfavorecidos, es de prever que mañana aún más personas no acudan a sus puestos de trabajo y se movilicen en polígonos, pueblos, barrios y ciudades contra estas políticas y sus responsables. Porque, ante este panorama, la huelga no es sólo un derecho, es también una necesidad política y ética, un método legítimo de presión, una expresión popular contundente que denuncia que se está gobernando contra la mayoría en interés de unos pocos y cómo se está saqueando el sector público para financiar beneficios en el sector privado.

En ese sentido, tienen razón quienes plantean que ésta no es una huelga puramente «sindical», aunque se equivocan al plantearlo como un reproche. No hay más que ver que miles de personas que no son sujetos sindicales directos, como estudiantes, desempleados, cooperativistas, autónomos y pequeños empresarios, saldrán a la calle a denunciar los ajustes diseñados contra los trabajadores y la responsabilidad que en esas medidas comparten las clases política y empresarial. También aciertan quienes dicen que la huelga responde a «los intereses de las centrales abertzales». Y es que esos intereses de la mayoría sindical vasca coinciden plenamente con los de una extensa mayoría social. Desde una perspectiva de contrapoder esa mayoría sindical está plantando cara a quienes le quieren arrebatar o negar derechos y debe ayudar a articular una alternativa social y política, tanto en clave de país como en clave de pueblo. Ese espíritu de lucha recorrerá mañana las calles de Euskal Herria.