Rusia y EEUU, incómodos por un supuesto escándalo de espionaje en beneficio del Kremlin, trataban ayer de minimizar la importancia del caso mientras ambos países se encuentran en plena reactivación de sus relaciones.

La Casa Blanca no condenó a Rusia tras la detención de once supuestos espías rusos. La diplomacia rusa, por su parte, confió en que el escándalo no tenga un efecto «negativo» sobre las relaciones ruso-estadounidenses.

El diario ruso «Kommersant» señaló que ambos países estaban intentando «acallar» el asunto para no poner en peligro el relanzamiento de sus relaciones puesto en marcha por sus presidentes, Dmitri Medvedev y Barack Obama. Según sus fuentes, «la orden de no comentar el incidente fue dada a todas las personas consideradas de lo más elocuentes».

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, hizo todo lo posible por contrarrestar el impacto del escándalo al señalar el martes que no perjudicará «todo lo positivo logrado en los últimos tiempos». En la misma línea, la Casa Blanca aseguró que este asunto no afectará a la «recuperación experimentada por las relaciones con el Kremlin» en el último año y medio.

Así lo manifestó el portavoz de la Presidencia de EEUU, Robert Gibbs, quien admitió que Obama estaba al corriente del caso cuando recibió a Medvedev la semana pasada.