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Modelos de transición

Veinticinco años después de ser condenado a cadena perpetua en el juicio a las Juntas Militares, y veinte después de que el entonces presidente Carlos Menem lo amnistiara, el dictador Jorge Rafael Videla vuelve a ser juzgado por un tribunal argentino. En el juicio que dio comienzo ayer en la ciudad de Córdoba se acusa a Videla, junto a Luciano Benjamín Menéndez y a otros militares y policías, del secuestro y asesinato de veintinueve presos políticos. Videla aún tiene pendientes sumarios por el secuestro de bebés y por el Plan Cóndor, el sistema de coordinación con el que varias dictaduras del Cono Sur sofisticaron su maquinaria represiva durante las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado.

El encausamiento de Videla por delitos de lesa humanidad es fruto de un largo proceso de lucha popular en la que las asociaciones en favor de los derechos humanos, con la Madres de la Plaza de Mayo a la cabeza, han trabajado sin descanso para que los crímenes cometidos por la dictadura y sus responsables no quedasen impunes. Esa lucha también se ha desarrollado en el terreno judicial, donde el proceso ha tenido varios puntos de inflexión. El primero en 1998, cuando Videla es de nuevo detenido y encarcelado por el secuestro de hijos de desaparecidos, y el segundo en 2006, al anular un juez el indulto al dictador en una sentencia que posteriormente sería confirmada por la Corte Suprema.

Del mismo modo, no se puede despreciar el papel de algunos políticos que se comprometieron con la recuperación de la memoria y la reparación a las víctimas de la dictadura. Las organizaciones de derechos humanos argentinas reconocen unánimemente que los dos últimos gobiernos han hecho una gran labor en este sentido. Convendría que las clases política e intelectual españolas abandonasen su perspectiva colonial y asumiesen de una vez por todas que, en contra de lo defendido hasta ahora, la transición española no es un modelo para nadie. Visto lo visto, menos aún para las transiciones en Latinoamérica.

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