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Un modelo sindical que no sirve en Euskal Herria

La decisión de LAB y ELA de suspender su participación en el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales, Osalan, supone una denuncia radical de la inacción del Gobierno de Lakua en esta materia y de la pasividad de los sindicatos unionistas al respecto, posturas que únicamente benefician a una patronal concentrada en recortar gastos y maximizar beneficios, aunque sea a costa de la salud de los trabajadores. Tal y como denuncia la mayoría sindical vasca, Osalan ha renunciado a enfrentarse a las verdaderas causas de la alta siniestralidad en los centros de trabajo, inhibiéndose en su labor de vigilancia, control y sanción. El coste que asumen los sindicatos unionistas al permitirlo es mucho mayor que los beneficios que puedan tener. Y eso que son muchos, sobre todo el aspecto de la financiación.

Para poder realizar una defensa efectiva de los derechos de los trabajadores, y en este caso de la salud de los mismos, los sindicatos no pueden convertirse en empresas de servicios subsidiadas indirectamente a través de acuerdos con la administración y la patronal. Las razones son obvias: ese modelo implica no sólo una asfixiante burocratización de las centrales sindicales, sino que además conlleva establecer una relación de dependencia con sus adversarios, bien sea en las empresas o bien sea en una mesa de negociación. No tiene que ver sólo con la elección de métodos de confrontación o de concertación, sino del debilitamiento intrínseco de su posición que ese modelo sindical conlleva. Esa financiación tiene un alto precio, por utilizar una jerga tan de moda, unos intereses a los que los sindicatos no pueden hacer frente porque a medio plazo debilita sus opciones de defensa de la clase trabajadora. Ese modelo es el que ha llevado a los grandes sindicatos españoles a su actual posición de adocenamiento respecto al poder y de falta de credibilidad social.

En política hay cientos, miles de maneras de hacer las cosas, al menos tantas como estados, naciones y culturas hay en el mundo. Las diferentes instituciones de los territorios vascos tienen la tendencia, reforzada durante décadas, de copiar el modo que tienen los españoles de hacer todo. El Estado español es el estado con mayor número de accidentes laborales de la Eurozona. No es, en consecuencia, un modelo a seguir. Hacen bien ELA y LAB en denunciarlo y en buscar alternativas.

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