Sobrevalorando recuerdos
Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
A una servidora, el fútbol le trae sin cuidado (aunque confieso que ando poniéndole velas al santo para que la selección de España no gane el Mundial y la consiguiente millonada de euros, que saldrán probablemente de las arcas del Estado). Y por esa razón, mientras me sentía asediada cada vez que los de «La roja» se acercaban a 500 metros de distancia de la portería germana, trataba de mantenerme digna y fiel a mi naturaleza supuestamente snob viendo «Reality Bites» (aquí «Bocados de realidad»). Si bien es verdad que hay muchas «maravillas» del cine con las que martirizarse, mi elección se debía esta vez a la necesidad de corroborar esa idea que defiende que los recuerdos están sobrevalorados. Idealizamos algunas de nuestras vivencias; es más, lo que se aloja en nuestras memorias tiene poco o nada que ver con los acontecimientos reales.
Con el cine sucede lo mismo. A veces, las películas que recordamos como «obras maestras» dejan mucho que desear al ser revisadas años después. Pero también es cierto que el buen cine gana con los años. «Reality Bites» es una cinta que merece ser analizada en su contexto y puede que su interés resida precisamente en la generación que trata de dibujar mediante los personajes que interpretan Ethan Hawke, Winona Ryder o Janeane Garofalo (por cierto, Renée Zelweger tuvo aquí uno de sus primeros papeles, y mírenla hoy, no necesita atracar en los grandes almacenes).
«Reality Bites» posee algún que otro diálogo ingenioso (quizá obra de Ben Stiller, director del largometraje e intérprete de uno de los papeles más sosos de la cinta) pero pocas secuencias merecedoras de pasar a la historia. La película se sumó al carro de lo que se denominó como la Generación X. Una generación nacida en los años setenta, seguidora de la música grunge y que no tenía demasiado claro su futuro; ellos y ellas se dejaban llevar por la apatía existencial y el nihilismo. «Reality Bites» retrata los usos y costumbres de cuatro jóvenes después de abandonar la Universidad, retratos íntimos rodados por la cámara amateur de la protagonista que servirán de excusa para que Ben Stiller intente realizar una seudo crítica de las cadenas juveniles plagadas de contenidos soeces. Todo esto regado con una banda sonora en que se incluyen temas de U2, The Posies o los míticos The Nack. «Bocados de realidad» es la cinta con la que traté de evitar ver el partido que perdió Alemania, una película que me hizo viajar en el tiempo para idealizar esos momentos en los que uno se sentía invencible y vulnerable a la vez. Tan vulnerable que acabe viendo, de reojo claro, el gol de Puyol. Nadie es perfecto.