Duplicar su volumen se está convirtiendo más en una obsesión que en un objetivo sensato para los directivos de BBK. La entidad vizcaina presentó ayer ante el Banco de España una oferta de compra por Caja Sur, en la que es ya su tercer intento por adquirir una caja en el Estado español. Primero probó con Caja Castilla La Mancha y, tras fracasar, hizo lo propio con la Caja de Ahorros del Mediterráneo, con el mismo resultado. Ahora, Mario Fernández asegura que «a la tercera va la vencida» y confía en su reconocida solvencia para hacerse con Caja Sur y culminar así una estrategia en la que tendrá como principales rivales a Unicaja y Banco de Sabadell.

Esta obsesión, que algunos tachan de auténtica locura, pone negro sobre blanco que muy por encima de la defensa de su identidad como entidad financiera vasca se sitúan, con clara ventaja, unos intereses puramente económicos que parecen aconsejarle con insistencia penetrar con fuerza en el mercado español. Y todo esto en un contexto marcado por la intención del Gobierno de Zapatero de permitir la privatización de las cajas en un 50%. Un camino que avanza de forma aparentemente inexorable hacia la mutación de las cajas en bancos, abogando por la «despolitización y profesionalización del sector» y pasando por alto la función social que tradicionalmente ha defendido este modelo.