La victoria de la selección española de fútbol les ha servido como un bálsamo tonificador con el que olvidar los padecimientos de todos los días.

El editorialista de «Abc» se mostraba más entusiasta que Matías Prats cuando Marcelino le metió un gol a la Rusia roja y atea.

Según el autor de la entusiástica pieza por los siguientes pagos: «pase lo que pase el domingo contra Holanda, los españoles sentimos un orgullo legítimo que va más allá de pequeñas polémicas o intereses particulares. La bandera de España, muchas veces relegada por extraños complejos o falsas retóricas identitarias, ha recuperado el lugar en el espacio público». Se han venido arriba.

Y ya no se molestan ni tan siquiera en disimular: «El fútbol se convierte así en un auténtico bálsamo social frente a la angustia que provoca la crisis económica o la indignación que suscita el desbarajuste político. Determinados particularismos ridículos e intransigentes quedan reducidos a la mínima expresión cuando se comparan con la calidad humana y el nivel deportivo de este grupo de jóvenes, procedentes de todas las regiones españolas, unidos en el esfuerzo común y en el espíritu solidario». Hombre, eso y también los milloncetes que se van a embolsar si Holanda no lo remedia, ¿no les parece a ustedes?

La cosa empieza a ponerse trascendente: «Todos los grandes jugadores que integran la selección que dirige Vicente del Bosque son fiel reflejo de una nación dispuesta a superar el pesimismo histórico y el victimismo sin sentido para ocupar el lugar que le corresponde a nuestro país en pleno siglo XXI. Resulta muy llamativo el contraste entre el deterioro de los valores cívicos provocado por algunos líderes irresponsables frente a la explosión de grandes dones deportivos, orgullosos de ser españoles, dotados de excepcionales cualidades técnicas e impulsados por un espíritu de superación que les permite competir al más alto nivel. Hay muchas y buenas razones para que la sociedad española sea feliz durante unas horas por el triunfo de los nuestros». Sospecho que se trata de una efimera felicidad.