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ANÁLISIS | ELECCIONES ESTATALES EN MÉXICO

El frustrado retorno de los brujos

El electorado ha enviado mensajes en varias direcciones, algunos hasta opuestos y de difícil interpretación. Pero se detecta un cambio interno, llegan tiempos de reclamos, una insurrrección latente, que se anuncia de manera confusa, pero que alumbrará una ciudadanía que exigirá certezas sobre el tan ansiado cambio.

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Luis LINARES ZAPATA

El autor analiza los resultados de los recientes comicios en México y, en base a ellos y a dos años de las elecciones generales, augura que el PRI volverá a fracasar en su intento de volver a la Residencia de los Pinos, donde permaneció durante más de 70 años ininterrumpidamente.

Los pocos electores que acudieron a las urnas no han tenido contemplaciones con partidos, coaliciones y candidatos que se presentaron a las elecciones. Redujeron las ínfulas de los priístas, insufladas durante los últimos dos años. Sus desplantes discursivos y los contoneos frente a las cúpulas de sus burocracias partidistas y legislativas los hicieron poco confiables. Fueron ellos, qué duda cabe, los primeros afectados por los votos.

También volvieron a negarle al Gobierno panista [de Felipe Calderón, del PAN] el reconocimiento a su labor que tan desafinadamente reclama. La mediocridad de su gestión es notable, se desparrama por doquier y las noticias llegan hasta la base de la población.

De pasada, los comicios pusieron en su lugar a los alocados dirigentes de la llamada izquierda moderna, la dialogante que, de inmediato y al unísono, entonaron cánticos de éxitos por demás discutibles. La discordancia de tales alianzas ensayadas calará hondo. Aun así, insistirán en otras alianzas adicionales todavía más envenenadas.

Lo cierto es que los votantes saltaron por encima del derroche, la coacción, el abuso propagandístico de última hora, el uso faccioso de programas bajo la tutela de la autoridad, local o federal. Decidieron enviar mensajes en variadas direcciones, algunos hasta opuestos y de difícil interpretación.

Pocos son los que se han dado cuenta del cambio interno, la concienciación individual que ha tomado plazas, campos, sierras o barriadas de las ciudades. El norte, el sur, costas y valles son atravesados por vientos nuevos que pregonan, todavía sin la notoriedad suficiente, tiempos de reclamos, voces que no ocultarán la cólera por las crecientes penas que sufren. Una insurrección latente, en proceso, que será indetenible por los viejos cartabones del control y la manipulación. Será, se anuncia todavía de manera confusa, la aparición de una ciudadanía que exigirá certezas, seguridades del cambio ansiado.

Estas elecciones de medio mandato en las que se jugaba tanto un grueso paquete de poderes locales como las perspectivas para las elecciones generales de 2012 quedaron, sin embargo, a mitad del río. En el fondo, los caprichos, las complicidades y compadrazgos de los gobernadores y el rejuego central de personajes influyentes se pusieron en entredicho.

Lo testifican con precisión los cambios de pendones y colores en Aguascalientes, Zacatecas o Tlaxcala. Pero están claramente expresados en todos los demás, aún en aquellos estados donde los priístas parecieron arrollar: Quintana Roo, Chihuahua o Tamaulipas, aunque este caso se necesite una reflexión adicional. El cónclave priísta que siguió al asesinato del candidato, Rodolfo Torre Cantú, se apegó, sin reflexión mayor y bastantes miedos, a una grosera línea hereditaria y eso tendrá un costo, no apreciable por ahora, que acelerará el ya evidente despeñadero moral que asola a ese estado. Tamaulipas, en los dos años que faltan del actual sexenio, se consolidará como un territorio liberado por el crimen organizado.

Los retoños malhadados que sembraron, contra viento y marea, los gobernadores de Puebla y Oaxaca cayeron a pesar de todas las maniobras ensayadas. Tanto Ulises Ruiz como Mario Marín, dos mapaches consagrados en la vieja tradición autoritaria, fracasaron en toda línea. Sus efigies de mandones, retocadas por toda clase de marrullerías, abusos en derechos humanos y asesinatos hasta hoy impunes, quedarán a la intemperie. Sus espaldas caciquiles son fáciles blancos de cualquier acusación, oficiosa o, en verdad, justiciera. Ambos personajes fueron más allá de sus posibilidades, ya muy mermadas por abusos, excesos y errores.

Los derrotaron sendas coaliciones. Una, la formada alrededor de Gabino Cué, fue labrada, en primera instancia, durante dos años de intensos contactos directos con la población. Después recibió una inyección de recursos federales. El cambio de personas, de Cué por Ruiz, es inconmensurable en calidades y atributos. Se espera que tal diferencia también se traduzca en habilidades para gobernar con equilibrio, austeridad y justicia distributiva para con ese aporreado pueblo sureño.

La de Moreno Valle cabalgó con vientos a favor por los errores del sustituto priísta de un su patrón, enamorado de infantes, que debió ser destituido desde hace años. El denso cemento de las complicidades en las cúpulas priístas, la tibieza de los ministros de la Corte y las ayudas con votos manoseados a Calderón durante 2006, le evitaron la defenestración debida.

Las consecuencias que, con vistas a 2012 tendrá el recambio de Oaxaca, serán de gran peso. El mismo padrón ya dice mucho de esa historia, Afectará, sin duda, a las posibilidades de los priístas. Los recursos que se le extraían al presupuesto, manejado con inmenso patrimonialismo y cabalgante corrupción, los echarán en falta en los haberes disponibles para una campaña de cerrada competencia.

Las inercias de los rituales priístas exigen, para compensar sus debilidades, desembolsos sin mesura. Los que suponen votos duros no les alcanzan ni para quedar como segunda fuerza, ya lo vieron en 2006. Requieren de varios millones adicionales que no se ve de dónde sacarán. Han sido corresponsables de cuantas decisiones han afectado a la población en sus niveles y modos de vida. Todos los acuerdos con los poderosos, que les presionan por privilegios sin límites, siguen siendo tónica y costumbre malsana.

Han cedido al contratismo entreguista que tiene inmediatas repercusiones en el manejo eficaz de los asuntos públicos. Hasta ahora, a la cúpula de los priístas no se les conoce ninguna defensa de los intereses colectivos. Los votos recibidos en los estados, aún en los que están en sus manos, son por completo insuficientes, es el triste caso veracruzano que pide un análisis posterior.

El cacareado retorno de los brujos, de esos que saben cómo hacerlo, al menos por lo que apuntan estas recientes elecciones, lleva ya adherido un pergamino de votos, que implica serias condicionantes y una muy probable frustración.

© «La Jornada», Artículo publicado en este diario mexicano.

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