Cuando a los políticos españoles se les pone en el brete de tener que razonar sobre cuestiones que chocan con su idea de «España», se les bloquean todas las conexiones neuronales, lo cual provoca que sus reacciones estén basadas únicamente en el instinto atávico del miedo. Miedo a los acontecimientos desconocidos, miedo a las personas extrañas, miedo a las ideas de los demás. Esta semana han sido dos dirigentes del PSE-PSOE, Odón Elorza y Eduardo Madina, quienes nos han mostrado su incapacidad para asimilar los cambios sociopolíticos y respetar a los «extranjeros» -en cuanto antónimo de «nacionales»-, incluso en su propio país. El alcalde donostiarra soltó su perla en la inauguración de un novedoso centro que ha sido instalado en el Palacio de Aiete, desde donde el dictador Franco luchaba estivalmente por la indisoluble unidad de España. Para que perciban qué rápido pasa el tiempo y lo poco que cambia el ideario de los unionistas, subrayo que Elorza parafraseó a otro fascista, (perdón por el lapsus) a otro demócrata como Mayor Oreja para recordarnos que somos una «sociedad enferma». Lo dijo así de clarito: el objetivo de «La Casa de la Paz» es «ayudar a la regeneración moral de la sociedad vasca».

Y al secretario general del Grupo Socialista en el Congreso español se le cruzaron ayer las reacciones del catalanismo ante la sentencia contra el Estatut y el fallo a favor de la independencia de Kosovo. Cual aventajado discípulo de Kant, nos vino a explicar que en Catalunya nadie puede estar a favor de la independencia de una manera «racional», aunque asume que se pueda producir una «ruptura sentimental» con España. Pero de eso a «rupturas de independencias hay un trecho de millones de kilómetros», dice Madina.

O sea que reclamar la independencia de Catalunya o de Euskal Herria es una patología, por irracional, y la indisolubilidad de España emana de «La crítica de la razón pura». Pues yo les aconsejo que monten un basque center de educación emocional y que sean los primeros en hacer un curso intesivo. Les hace mucha falta comprender los sentimientos de los demás.