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Iñaki Soto Licenciado en Filosofía

Un escenario distinto

Según vienen anunciando diferentes gurús del periodismo y de las nuevas tecnologías, la guerra por determinar cómo se producirá y consumirá la información en el futuro se sitúa actualmente en los siguientes campos de batalla: entre el papel y los nuevos soportes, entre lo de pago y lo gratuito, entre la inmediatez y la narración, entre el análisis y lo frugal, entre lo profesional y lo participativo... La lista de disputas no es ni muchos menos exhaustiva, pero da una idea de los retos a los que se enfrenta un sector que padece una crisis estructural previa a la general.

Al igual que en toda guerra, la mayoría de la gente prefiere reducir el complejo todo a un simple elemento y situarlo bien como la solución a todos los problemas o bien como el único y verdadero problema. Por medio del más primitivo modo de dirimir teóricamente el porvenir, levantar el dedo, Internet es para unos el salvador y para otros una palada más sobre la fosa del periodismo; el iPad puede traer luz al túnel o no pasar de ser una moda pasajera; las subscripciones y las microdonaciones garantizan la viabilidad de los proyectos independientes o pueden terminar siendo el servicial pero a su vez criminal mayordomo que termina asfixiándote. Lo único claro es que el resultado no va a ser «democrático», es decir, no ganará quien más dedos levantados logre. Pero, cuidado, tampoco será fácil subvertir esas mayorías o nadar contra ellas. Lo más importante en mi opinión es que no existe una única respuesta correcta.

La publicación conjunta por parte de Wikileaks, «The New York Times», «The Guardian» y «Der Spiegel» de 90.000 documentos secretos no sólo muestra el verdadero escenario bélico que afrontan los ocupantes en Afganistán. También ofrece un escenario totalmente distinto en la denominada «guerra de los medios». En este caso el papel e internet colaboran y se refuerzan mutuamente, la financiación no es la habitual ni el pago inmediato, la transparencia aporta calidad al análisis, los profesionales promueven la participación... La verdadera guerra del periodismo es, por definición, la lucha contra los abusos de los poderosos, una batalla constante por defender a los débiles y la verdad. Ésa es nuestra guerra. Paradójicamente, para defender ese romanticismo los medios deben sobrevivir, lo que en gran parte es sinónimo de ser viables económicamente.

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