
Txisko Fern�ndez Periodista
Volver�a a matar a 140.000 personas
La cifra incluida en el titular de este art�culo es, tr�gicamente, s�lo una aproximaci�n. Unas 140.000 personas perdieron la vida a consecuencia del lanzamiento de una bomba at�mica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Con motivo de este aniversario, Theodore van Kirk, el �nico militar que formaba parte de la tripulaci�n del B-29 estadounidense que lanz� el letal artefacto que todav�a sigue vivo, reiter� ayer que �lo volver�a a hacer� si estuviera �bajo las mismas circunstancias que ten�amos en la Segunda Guerra Mundial�. Este razonamiento podr�a ser utilizado tambi�n por cualquier militar que participase en el holocausto europeo que tuvo lugar en aquella misma contienda. No obstante, estoy seguro de que, a d�a de hoy, la mayor�a de los medios de comunicaci�n no tratar�an a un antiguo oficial nazi como han hecho con este militar estadounidense.
El aparato de propaganda de EEUU es tan enorme como su capacidad de provocar la muerte all� por donde pasan sus tropas o sus �asesores militares�. Por ello ya no resulta chocante escuchar a Van Kirk repetir la coletilla de que lo hicieron porque �era la forma m�s humana de acabar la guerra�. Ciertamente, fue una actuaci�n �humana�, porque s�lo el Homo sapiens es capaz de entablar guerras que provoquen semejantes carnicer�as. De todas formas, ni Van Kirk ni el resto de la tripulaci�n de aquel bombardero fueron los aut�nticos responsables de la tragedia que, parad�jicamente, ha convertido a esa ciudad japonesa, y a su vecina Nagasaki, en s�mbolo de la lucha por la paz. Tambi�n es cierto que a la hora de analizar un conflicto b�lico de tal magnitud no se puede caer en el error de responsabilizar a una de las partes para, al mismo tiempo, exculpar a la otra. El Ej�rcito japon�s contribuy� en gran medida a aquella escabechina, dejando millones y millones de muertos en muchos pa�ses asi�ticos. Todo eso est� en los libros de Historia. Lo que ocurre es que, a fecha de hoy, EEUU mantiene un amplio despliegue militar en el archipi�lago nip�n, por lo que Van Kirk deber�a hacer evitado a�adir m�s sal a la herida mortal abierta en Hiroshima.