«THE SUBURBS» ES SU TERCER DISCO
El desafio de Arcade Fire
Arcade Fire tendrá que luchar contra la memoria colectiva del rock para quedarse en el olimpo para siempre. En un universo donde el pasado siempre fue mejor, una banda de folk y pop formada en Canadá puede ser la última en poner patas arriba a la industria. «The Suburbs», su tercer álbum, debería ser su jugada maestra.
Izkander FERNANDEZ | BILBO
En la primera mitad de 2010 la industria discográfica estadounidense arrojaba sus peores datos en ventas de discos desde 1974. Sólo se vendieron cinco millones de discos. Muy poco comparado con la bonanza de los ochenta y, sobre todo, con la primera mitad de los noventa tras la aparición del disco compacto.
Pero la industria yankee ya tomó cartas en el asunto hace un tiempo. Hoy en día lo que alimenta el nuevo modelo de industria no son los beneficios obtenidos por la venta de plásticos. La renovada industria discográfica, la 2.0, vivirá de las actuaciones en directo. Así, las bandas recurrirán al disco como mera excusa. Ahora, la pasta, está en los conciertos.
Indudablemente la nueva política servirá para que U2, AC/DC, Rolling Stones, Metallica o Bruce Springsteen, entre otros, toquen en más lugares del mundo y se llenen, aún más, sus bolsillos. Pero, ¿Qué grupos surgidos en los últimos diez años tienen alguna opción de llegar al mismo punto y llenar estadios? Prácticamente ninguno. Muse lo han hecho ocasionalmente, pero vienen de los 90. El formato mediano, unas 12.000 personas, es factible para Coldplay o Kings Of Leon. Sin embargo, se echa de menos en estas bandas cierto grado de compromiso con la música como idioma y sentimiento.
Ahí es donde entra Arcade Fire. La numerosa formación de Québec es posiblemente la que a más público ha llegado manejando un discurso personal y alejado de la música para las masas. ¿Puede Arcade Fire aspirar a llenar grandes recintos? ¿Y lugares de formato medio?
Los canadienses publican estos días «The Suburbs», su tercera obra de estudio, y han anunciado una gira para otoño por recintos de medio formato que tristemente no parará en Euskal Herria.
Las ventas de entradas van excelentemente bien pese a no ser una banda conocida por el gran público. De la repercusión que tendrá el disco en la calle, en cuanto a beneficios económicos, es mejor no esperar demasiado en una coyuntura como la actual.
Sin duda, esta es la apuesta definitiva de Arcade Fire. Lo es «The Suburbs» porque el legado que han dejado «Funeral» y «Neon Bible» casi los convierte en seres de leyenda. Demostrar que se mueven por los mismos parámetros en cuanto a calidad se antoja totalmente necesario. También lo es porque una gira así, tan ambiciosa, es como si se hubiesen envuelto una manta en la cabeza y hubiesen entonado el sálvese quien pueda. El paso a otro estatus está en juego.
La aventura real de Arcade Fire llegó en 2004 con la publicación de «Funeral». El suelo tembló y la prensa especializada corrió en grupo hasta el barranco para decir que sí, que un nuevo hito se había escrito en la historia de la música.
Aunque la prensa especializada haga esto dos o tres veces por año, con «Funeral» acertó de pleno. Pese a su claro regusto a primer disco, con alguna irregularidad y sin un hilo conductor claro, el primer disco de Arcade Fire era emocionante, personal y adictivo.
Folk oscuro, himnos de estadio y rock independiente se daban la mano para crear un universo apocalíptico en el que los temas compartían un esquema similar que variaba entre lo sosegado y el éxtasis absoluto.
El planeta se puso a sus pies y ya nada volvió a ser igual. De cara a su segundo trabajo discográfico el ambiente estaba cargado. Todo era demasiado grande. Sobre todo, las esperanzas puestas en ellos. «Neon Bible» llegó a las tiendas en marzo de 2007 y llegaron los primeros palos, aunque injustificados. Era mejor disco, pero faltaban temas efectistas. Un resultado final más rocoso pero exento de piedras preciosas.
En «Neon Bible» la formación liderada por Win Butler y Régine Chassagne siguen nutriéndose del caos apocalíptico desde un punto de vista religioso. «Keep the Car Running» narraba la huida del protagonista de los hombres de la ciudad, «(Antichrist Television Blues)» era un número de predicadores televisivos y «My Body is a Cage» un híbrido entre lamento y rezo.
Musicalmente menos folk y menos lírico que «Funeral», «Neon Bible» ahondaba por momentos en el rock n' roll básico y troglodita, con reflejos al Bruce Springsteen de «Nebraska» o al Elvis Presley más obsceno y cavernoso.
Y en estas llega «The Suburbs» y los chicos de Arcade Fire se presentan en sociedad como hijos de los suburbios. Crecidos en barrios de la periferia, utilizan la metáfora para colocarse en la actualidad en un mundo que parece tratarlos como ajenos.
Con varias cartas de amor escritas por Win Butler en su época de instituto como hilo conductor, Arcade Fire se lanza a un viaje descriptivo sobre el rechazo que siente y sentía el propio Butler ante las actitudes culturalmente dominantes.
El contraste con sus predecesores es claro. Una vez más, Arcade Fire vuelven a presentarse menos efectistas, todavía. Apuestan por el piñón fijo y sus arranques y explosiones quedarán de momento como elementos del pasado.
Eso sí, la falta de efectismo no quiere decir que Butler, Chassagne y compañía escatimen en belleza y barroquismo ya que «Ready to Start», «Rococo» o «Empty Room» siguen sonando a Arcade Fire. A unos Arcade Fire jugando con el techno pop de los ochenta y el rock americano de toda la vida.