El pasado martes Marcos Jurado dio la sorpresa y venció en Lemoiz y, de paso, consiguió la victoria para el Koplad-Uni2 de Sopela que dirige el ex profesional David Etxebarria. El de Abadiño se muestra satisfecho de su primer año al volante y espera luchar por más victorias.

Para Etxebarria el triunfo de Jurado «es una recompensa y corrobora que los ciclistas tienen calidad». «En la carrera de Lemoiz nos aprovechamos del marcaje de los grandes. En el principio de temporada estuvimos muy cerca de ganar, pero siempre nos faltaba la victoria», asegura.

Etxebarria destaca a varios de sus pupilos: Rubén Fernández, Santi Ramírez, el propio Jurado, y Unai Intziarte.

El Koplad-Uni2 es «un equipo muy joven». «La base son corredores de primer año y de fuera porque en Euskadi es muy complicado, hay equipos muy potentes», señala.

Su intención es seguir el próximo año y «el siguiente paso es estar en la disputa de las carreras con más asiduidad».

Se vio obligado a colgar la bicicleta en 2006, después de una dilatada trayectoria profesional en la que ganó dos etapas en el Tour y subió dos veces al podio de la Lieja.

Después estuvo alejado del ciclismo hasta que decidió volver, primero como organizador de la Bizkaiko Bira y este año como director del equipo élite y sub 23 de la SD Ugeraga de Emilio Ramos. «Es una manera de volver a entrar en el ciclismo y empezar desde abajo que es donde más aprendes».

En los meses en los que lleva al frente del Koplad-Uni2 reconoce que «he aprendido cosas nuevas, sobre todo cómo llevar un grupo de 19 personas, donde cada chaval tiene una personalidad», explica.

Es crítico con la situación del ciclismo amateur. «Las instituciones se han olvidado de la base. La crisis lleva a desaparecer equipos y a la reducción del pelotón. Así es más complicado sacar corredores, aún más con la baja demografía».

El de Abadiño recuerda sus años como aficionado con pelotones «de más de 30 equipos». «Es desolador. Si es vasco, al menos puede dar el salto a Orbea, Euskaltel-Euskadi o Caja Rural. Si es de fuera, es prácticamente imposible. El año que yo pasé dimos el salto 40; hoy es una quimera».

Etxebarria ha visto carencias importantes. «Los entrenamientos se han mejorado porque muchos llegan con preparadores. Lo que más me llama la atención son los fallos tácticos. Pasan de juveniles y muchos se llevan una desilusión», revela.