El autor defiende la hipótesis de que el objetivo que justifica la militarización de la política exterior estadounidense en Sudamérica es el imparable auge de Brasil, la necesidad de «contener al principal rival del imperio en la región». Con una relación comercial y militar de primer orden con China, Brasil anuncia con precisión la irrupción de nuevos y potentes liderazgos mundiales que disputan la histórica hegemonía de los Estados Unidos en lo que consideraba como su «patio trasero». Defiende que Estados Unidos ya no tiene fuelle económico para mantener su hegemonía en Sudamérica y necesita acotar la presencia extracontinental de la región, y concluye diciendo que «la América del Sur con que sueña Brasil excluye a Estados Unidos».

El Tribunal Constitucional ha puesto en evidencia la Constitución, que dejó bien atado el legado principal de Franco, la unidad de España. Es donde siguen trabadas la transición y la democracia