Irak, inquietante caja de Pandora
Casi 60 muertos y más de 100 heridos es el trágico balance del último atentado ocurrido ayer en Bagdad. Se trata del primer gran atentado del Ramadán, un periodo en el que tradicionalmente se recrudecen, y el enésimo de una interminable lista que está desangrando Irak, e incluso las propias palabras para describir la situación. Un país en el que murieron más de 150.000 personas por los bombardeos occidentales de 1991, con más de medio millón de muertos en los diez años de embargo que siguieron, con millares de muertos en la guerra de ocupación de 2003 y millares de muertos más en una guerra civil no declarada que se eterniza. Un país destrozado para décadas, prácticamente inviable, objeto de deseo de los intereses concurrentes de sus vecinos y con un petróleo expoliado por las multinacionales de los ocupantes. Ése es el balance del proyecto liberador de los occidentales, ahogar Irak en su baño de sangre.
El recrudecimiento de los atentados se da en un contexto de vacío de poder sobre un fondo de antagonismo entre comunidades. Las diferencias entre el Bloque Iraquí, apoyado por grupos suníes y liderado por el ex primer ministro Alawi, y la coalición chií del actual primer ministro al-Maliki bloquean la constitución del Gobierno, y las tensiones y la incertidumbre políticas aumentan. Por otra parte, faltan dos semanas para que las operaciones de combate de los estadounidenses terminen. Mantendrán una fuerza de transición de cara a la retirada total para finales de 2011. Con un lenguaje exquisitamente escogido, dan por terminadas las operaciones de combate, pero no la misión. La ocupación continúa.
El proceso político iraquí diseñado por los ocupantes es hoy por hoy una gran interrogante. La retirada estadounidense responde más a requerimientos domésticos que a la situación real sobre el terreno. Esto atiza diferentes apetitos y agendas de guerra. Ayuda a que una inquietante caja de Pandora se esté abriendo en Irak.