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TRAS LOS SUCESOS DE ZARAUTZ O AZKOITIA

La izquierda abertzale duda de los ataques y reafirma su línea

Antonio Basagoiti, presidente del PP vasco, aprovechó ayer el realce mediático dado a los ataques no esclarecidos de Zarautz o Azkoitia para reclamar que se interrumpa cualquier diálogo con la izquierda abertzale. «Esto pasa porque Batasuna está engordada por los pactos con EA, sus manifestaciones o las palabras de Currin», dijo. La izquierda abertzale ve una «intencionalidad política» tras estos sucesos y recalca su apuesta por las vías exclusivamente políticas.

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GARA | DONOSTIA

Por segundo día consecutivo, el PP y el PSOE llevaron ayer la batuta en una ofensiva para pasar factura a la izquierda abertzale por los ataques producidos en los últimos días en Zarautz, Zalla, Andoain, Azkoitia o Gasteiz, en su mayor parte quemas de contenedores. Antonio Basagoiti (PP), por ejemplo, exigió que se interrumpan todas las conversaciones abiertas y que se prohíban todas sus movilizaciones. En su opinión, esos sucesos «son consecuencia de que Batasuna está engordada por los pactos con EA, por sus manifestaciones en las calles y por las palabras de Brian Currin».

Destacó también el énfasis puesto por el alcalde en funciones de Gasteiz, Juan Carlos Alonso (PSOE), para imputar a la izquierda abertzale, horas después de que dos contenedores fueran quemados en el barrio de Zaramaga por desconocidos. «Quienes hablan de cambio de ciclo o hacen análisis sobre las expectativas de cierta civilización por parte de la izquierda radical no tienen más que ir a Zaramaga o a Azkoitia y ver las cenizas que han quedado», dijo.

En el mismo tono incriminatorio, Alonso añadió que «hoy sabemos que si los jefes tocan la corneta y mandan parar, se para, y si tocan la corneta y mandan arrancar, arrancan. Por lo tanto no engañan a nadie».

Hamaikabat y la diputada de Nafarroa Bai, Uxue Barkos, también se dirigieron a la izquierda abertzale para pedirle una explicación. Iñigo Urkullu, presidente del PNV, escribió en su blog que los jeltzales siempre han estado contra la kale borroka y que ésta ha respondido históricamente a «una estrategia, por supuesto, de ETA».

Ante toda esta campaña, la izquierda abertzale emitió una nota en la que considera que «tras estos actos se esconde una intencionalidad política de romper la dinámica reivindicativa» por los derechos de Euskal Herria o por los presos, que estaba siendo «el eje del verano».

Denuncia la «utilización política» que se está haciendo de esos sucesos para mantener el actual bloqueo, y acusa al Departamento de Interior de Lakua, alcaldes, partidos y medios que se han sumado a esta campaña de actuar «con irresponsabilidad total».

Y «sea cual fuera el móvil», añade que «la izquierda abertzale ha manifestado bien claro su apuesta inequívoca por un proceso democrático con la utilización de vías exclusivamente políticas y democráticas, por lo que cualquier acto que rompe esta estrategia se sitúa fuera de la misma».

La quema de doce contenedores en Azkoitia ha sido la noticia más importante del martes para varios periódicos y televisiones vascas. Sin embargo, en ninguno de estos medios se podrá encontrar dato objetivo alguno que avale que se trata de acciones de kale borroka. El despliegue mediático se produce, además, apenas una semana después de que se desinflara un intento similar en Zarautz, alentado por una rueda de prensa conjunta de los grupos municipales en la que se escucharon afirmaciones tan clarificadoras como ésta de Patxi Elola, teniente de alcalde por el PSE: «La presunción de inocencia es para el resto de ciudadanos. Hay que demostrar quién es. Mientras, los máximos sospechosos son la izquierda abertzale, por su capacidad de organizarse para hacer el mal».

Apenas 48 horas después, el propio Departamento de Interior de Lakua situaba la acción de Zarautz como «mezcla de gamberrismo y consumo desmedido de alcohol», aunque estimaba a la vez, sin explicar cómo había llegado a esa conclu- sión, que «participaron además personas vinculadas a grupos radicales». En cualquier caso, lo realmente novedoso de la nota era la apelación directa a partidos, agentes y medios de comunicación a que «se ajusten a una información veraz, para evitar la tergiversación o instrumentalización de lo sucedido».

La vigencia del «consejo» no ha pasado de dos días. Numerosos dirigentes políticos, empezando por el departamento de Rodolfo Ares, han exigido una respuesta a la izquierda abertzale sobre los doce contenedores de Azkoitia, tras dar por seguro que se trata de kale borroka. Ninguno de ellos aporta un solo dato que lo sustente. No hay autores identificados, ni detenidos. Tampoco reivindicaciones ni otras señales que lo puedan vincular a la izquierda abertzale. Y tras décadas de kale borroka, cualquiera sabe en este país que los contenedores habitualmente se han quemado para formar barricadas y muchas veces utilizarlas como parapeto para enfrentarse a las FSE, pero no para destruirlos porque sí, como ha ocurrido en estos casos. Un modus operandi que lleva a pensar más en un simulacro o recreación de kale borroka que en otra cosa.

Sin embargo, como sentenció Elola, es fácil y barato culpar a la izquierda abertzale «mientras no se demuestre quién es».

Representantes de la izquierda abertzale ya fueron interpelados sobre los hechos de Zarautz en una comparecencia la pasada semana. Lógicamente, explicaron que no tenían datos para hacer una valoración política. Es decir, cumplieron los criterios de prudencia que luego recomendó usar el mismísimo Departamento de Interior. Esta actitud es igualmente válida para el caso de Azkoitia o para los dos contenedores incendiados anteayer en Zaramaga (Gasteiz), que no tienen autores ni reivindicación. Pero la izquierda abertzale es culpabilizada ya por «quedarse en silencio».

Se oculta intencionadamente que la posición de este sector está perfectamente fijada en el documento ``Zutik Euskal Herria'', que apuesta exclusivamente por las vías pacíficas y democráticas. Y que además, antes de la nota de ayer, fue concretada hace casi dos meses, tras un ataque en Agurain que sí era una acción inconfudible de kale borroka: el ataque con cócteles molotov a un puesto de la Ertzaintza, el pasado 24 de junio. En una rueda de prensa celebrada aquel mismo día, portavoces independentistas recordaron que tras su debate interno se «decidió unilateralmente confrontar con el Estado en términos y en parámetros políticos y democráticos» y que, por tanto, «otras expresiones de confrontación no encajan ahí».

La izquierda abertzale habló aquel día antes incluso de que fuera interpelada por todos los partidos. Por tanto, no es cierto que no tenga una posición al respecto ni que no la haya verbalizado. Otra cosa es que se utilicen este tipo de sucesos sin esclarecer para objetivos tan ele- vados como exigirle que renuncie a postulados políticos. Antonio Basagoiti (PP) dijo ayer que los partidos deben aislar a la izquierda abertzale «mientras no asuma el Estado de Derecho y el Estatuto de Gernika». Como se ve, nunca unos contenedores quemados por unos desconocidos dieron tanto juego.

Cuando se intenta desentrañar la autoría de cualquier acto violento, a falta de pruebas cualquier cuerpo policial mira un dato que puede ser indicio: quién es el beneficiario. Y no hay duda de quién está intentado sacar tajada de estos sucesos confusos, y contra quién. Los partidos y medios que les están dando bombo y platillo los si- túan como una prueba de que la apuesta de la izquierda abertzale no es creíble.

La táctica no es nueva, ni mucho menos, sino que se repite cíclicamente en este tipo de periodos de expectativas. Por ejemplo, en abril de 2006. ¿Quién no recuerda la quema de la ferretería de Barañain, y el modo en que se usó para pedir que se parara cualquier proceso de diálogo con la izquierda abertzale? Cuatro años y medio después, nada más se sabe de aquello, nunca hubo reivindicación, ni pistas, ni detenidos...

Lógicamente, atribuir aquella acción o éstas de ahora a los tradicionalmente conocidos en Euskal Herria como «incontrolados» sería una temeridad, pero tan aventurado como ubicarlas dentro de la kale borroka. Por lo tanto, lo mejor será hacer caso a Interior de Lakua, por una vez y sin que sirva de precedente, y realizar valoraciones políticas sólo sobre datos reales, y no sobre especulaciones interesadas.

Ramón SOLA

Del policía de la Txantrea a otros muchos casos obviados

La quema de contenedores no siempre es sinónimo de kale borroka. Muchos recordarán la detención de un agente de la Policía española por prender fuego a uno de ellos en la Txantrea. Ocurrió también en un periodo muy específico, mayo de 1999, en plena tregua de ETA. Se le impuso una condena de tres fines de semana. Años después hubo otro ejemplo similar en Gasteiz.

En otros casos -hay decenas de ellos- simplemente se trata de acciones de pirómanos. Así, en 2007 se detuvo en Gasteiz a un joven acusado inicialmente de quemar 29 contenedores. Hace unos meses ha sido sonado un caso similar en la capital alavesa y otro en Ezkerraldea.

Saliendo de Euskal Herria, más de lo mismo. El 15 de mayo, en Santiago de Compostela fueron quemados 30 contenedores en una sola noche. Más cerca, el 19 de julio y también en fiestas, se incendiaron quince en Torrelodones (Madrid), en una acción que según el Ayuntamiento fue coordinada a través de Internet. El pasado 7 de agosto, un vecino de Mislata (Valencia) era condenado a año y medio de cárcel por quemar un contenedor. Y una semana después, el 14, fue detenido un anciano en Sant Vivenç dels Horts (Barcelona) acusado de la quema de 40 contenedores.

Ninguno de estos sucesos tuvo el eco mediático de Zarautz o Azkoitia.

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