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ANÁLISIS | ITRAS LOS SUCESOS DE ZARAUTZ O AZKOITIA

La historia -o historieta- se repite

La quema de contenedores en Zarautz, Azkoitia o Gasteiz ha sido elevada a primera noticia política en las últimas horas para presionar a la izquierda abertzale, pese a que nadie aporte un solo dato sobre la autoría ni el móvil y a que las acciones parezcan más un simulación de «kale borroka» que un ejemplo clásico de esta práctica. Una izquierda abertzale que, por otra parte, ya fijó posición tras un ataque en Agurain hace dos meses.

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Ramón SOLA

La quema de doce contenedores en Azkoitia ha sido la noticia más importante del martes para varios periódicos y televisiones vascas. Sin embargo, en ninguno de estos medios se podrá encontrar dato objetivo alguno que avale que se trata de acciones de kale borroka. El despliegue mediático se produce, además, apenas una semana después de que se desinflara un intento similar en Zarautz, alentado por una rueda de prensa conjunta de los grupos municipales en la que se escucharon afirmaciones tan clarificadoras como ésta de Patxi Elola, teniente de alcalde por el PSE: «La presunción de inocencia es para el resto de ciudadanos. Hay que demostrar quién es. Mientras, los máximos sospechosos son la izquierda abertzale, por su capacidad de organizarse para hacer el mal».

Apenas 48 horas después, el propio Departamento de Interior de Lakua situaba la acción de Zarautz como «mezcla de gamberrismo y consumo desmedido de alcohol», aunque estimaba a la vez, sin explicar cómo había llegado a esa conclu- sión, que «participaron además personas vinculadas a grupos radicales». En cualquier caso, lo realmente novedoso de la nota era la apelación directa a partidos, agentes y medios de comunicación a que «se ajusten a una información veraz, para evitar la tergiversación o instrumentalización de lo sucedido».

La vigencia del «consejo» no ha pasado de dos días. Numerosos dirigentes políticos, empezando por el departamento de Rodolfo Ares, han exigido una respuesta a la izquierda abertzale sobre los doce contenedores de Azkoitia, tras dar por seguro que se trata de kale borroka. Ninguno de ellos aporta un solo dato que lo sustente. No hay autores identificados, ni detenidos. Tampoco reivindicaciones ni otras señales que lo puedan vincular a la izquierda abertzale. Y tras décadas de kale borroka, cualquiera sabe en este país que los contenedores habitualmente se han quemado para formar barricadas y muchas veces utilizarlas como parapeto para enfrentarse a las FSE, pero no para destruirlos porque sí, como ha ocurrido en estos casos. Un modus operandi que lleva a pensar más en un simulacro o recreación de kale borroka que en otra cosa.

Sin embargo, como sentenció Elola, es fácil y barato culpar a la izquierda abertzale «mientras no se demuestre quién es».

Representantes de la izquierda abertzale ya fueron interpelados sobre los hechos de Zarautz en una comparecencia la pasada semana. Lógicamente, explicaron que no tenían datos para hacer una valoración política. Es decir, cumplieron los criterios de prudencia que luego recomendó usar el mismísimo Departamento de Interior. Esta actitud es igualmente válida para el caso de Azkoitia o para los dos contenedores incendiados anteayer en Zaramaga (Gasteiz), que no tienen autores ni reivindicación. Pero la izquierda abertzale es culpabilizada ya por «quedarse en silencio».

Se oculta intencionadamente que la posición de este sector está perfectamente fijada en el documento ``Zutik Euskal Herria'', que apuesta exclusivamente por las vías pacíficas y democráticas. Y que además, antes de la nota de ayer, fue concretada hace casi dos meses, tras un ataque en Agurain que sí era una acción inconfudible de kale borroka: el ataque con cócteles molotov a un puesto de la Ertzaintza, el pasado 24 de junio. En una rueda de prensa celebrada aquel mismo día, portavoces independentistas recordaron que tras su debate interno se «decidió unilateralmente confrontar con el Estado en términos y en parámetros políticos y democráticos» y que, por tanto, «otras expresiones de confrontación no encajan ahí».

La izquierda abertzale habló aquel día antes incluso de que fuera interpelada por todos los partidos. Por tanto, no es cierto que no tenga una posición al respecto ni que no la haya verbalizado. Otra cosa es que se utilicen este tipo de sucesos sin esclarecer para objetivos tan ele- vados como exigirle que renuncie a postulados políticos. Antonio Basagoiti (PP) dijo ayer que los partidos deben aislar a la izquierda abertzale «mientras no asuma el Estado de Derecho y el Estatuto de Gernika». Como se ve, nunca unos contenedores quemados por unos desconocidos dieron tanto juego.

Cuando se intenta desentrañar la autoría de cualquier acto violento, a falta de pruebas cualquier cuerpo policial mira un dato que puede ser indicio: quién es el beneficiario. Y no hay duda de quién está intentado sacar tajada de estos sucesos confusos, y contra quién. Los partidos y medios que les están dando bombo y platillo los si- túan como una prueba de que la apuesta de la izquierda abertzale no es creíble.

La táctica no es nueva, ni mucho menos, sino que se repite cíclicamente en este tipo de periodos de expectativas. Por ejemplo, en abril de 2006. ¿Quién no recuerda la quema de la ferretería de Barañain, y el modo en que se usó para pedir que se parara cualquier proceso de diálogo con la izquierda abertzale? Cuatro años y medio después, nada más se sabe de aquello, nunca hubo reivindicación, ni pistas, ni detenidos...

Lógicamente, atribuir aquella acción o éstas de ahora a los tradicionalmente conocidos en Euskal Herria como «incontrolados» sería una temeridad, pero tan aventurado como ubicarlas dentro de la kale borroka. Por lo tanto, lo mejor será hacer caso a Interior de Lakua, por una vez y sin que sirva de precedente, y realizar valoraciones políticas sólo sobre datos reales, y no sobre especulaciones interesadas.

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