Un lance aislado pero ilustrativo del momento de ambos equipos decantó el derbi amistoso entre Osasuna y Real Sociedad del lado txuri urdin. Griezmann y Sergio fueron los protagonistas. El realista tiene todas las ganas del mundo por comerse la Primera División y las plasmó en la decisiva jugada en la que le robó el cuero al veterano futbolista asturiano.

Mucho deberán variar las cosas dentro de una semana para que los rojillos comiencen con buen pie el torneo liguero o, de lo contrario, la escuadra navarra lo va a pasar mal. Por contra, la escuadra donostiarra, sin descuidarse lo más mínimo por la alta competencia que se va a encontrar, parece llegar en un mejor momento de juego, y sobre todo de mentalidad, bastante más competitivo.

La Real saltó con las pilas bien puestas y con la idea de sorprender de inicio a un dormido Osasuna, que sesteó durante los primeros veinte minutos. Con un fútbol bien trenzado y mayor velocidad en sus acciones, la escuadra txuri urdin desaborló a los locales en los primeros compases del amistoso derbi.

Llorente y Xabi Prieto dieron los primeros toques a los de Camacho, que en algunos momentos fueron pitados por su propia parroquia. A la inversa, la Real era aplaudida en muchos de sus lances, creados con criterio y rapidez. La ansia de agradar estaba del lado guipuzcoano, mientras Osasuna apenas podía contrarrestar la salida foránea.

Las ocasiones, para la Real

El toque de atención del público hizo virar en cierta manera el rumbo del choque, al menos en cuanto al dominio. Los rojillos no es que acogotaran a los de Lasarte, pero mediada la primera parte pasaron a tener el balón y llevar la iniciativa. Lo dicho, el mayor peligro por el que pasaban los donostiarras eran tiros lejanos en la frontal del área a cargo de un Nekounam poco participativo y un desacertado Aranda.

La Real ya no disponía del esférico, pero eso no significaba que no dispusiera de las mejores oportunidades. Ansotegi, desde el suelo, estuvo a punto de poner tierra de por medio, pero el cuero fue al poste. Elustondo, al filo del descanso, volvió a probar fortuna, pero su disparo, cargado de intención, tampoco encontró puerta.

Todo lo que no mejora tiende a empeorar, y eso sucedió tras el paso por vestuarios. Quizás fruto del cansancio del palizón físico de pretemporada, ambos conjuntos bajaron el nivel y las llegadas a las respectivas áreas se pudieron contar con los dedos de la mano. Los guardametas apenas tuvieron que esforzarse ante los tímidos lanza- mientos de Juanfran, Camuñas o De la Bella. Es cierto que los anfitriones dieron otra sensación a la de la primera mitad, pero tampoco su fútbol fue precisamente de quilates.

De hecho, el derbi fue poco a poco muriendo en cuanto a intensidad -a ello contribuyó en gran medida el carrusel de cambios por ambos lados-, hasta que, a falta de once minutos para el final, llegó la jugada que decantó el choque para los de Lasarte. Premio para quienes mejor sensación dejaron sobre el césped y castigo merecido para la cicatera actitud y juego de los rojillos.