Tras unas palabras introductorias por parte del coordinador del ciclo, que aunque sucintas resultaron muy orientadoras sobre el concierto, el martes se inauguró el Ciclo de Música Contemporánea de la Quincena Musical, con el estreno de «Xehatu» de Xabier Mariño, compositor gallego muy vinculado a Donostia tras estudiar durante varios años en Musikene. La breve «Xehatu» es una creación de bella aura poética, surgida de unos medios de expresión intimistas y concentrados. Su trabajo de disolución de la estructura centraba nuestra atención sobre los sonidos y gestos melódicos fragmentarios, que se sucedían en el tiempo hasta que, en un momento dado, dejaron de producirse. Fue como un enigmático preludio a nada.

El grueso del programa estuvo dedicado a la música del bilbaino Luis de Pablo. La más peculiar de sus obras fue «Il violino spagnolo», tres grandes cadencias para violín que se referencian a sí mismas en facetas características del repertorio violinístico español, en el compositor neoyorquino Elliot Carter y en el propio Luis de Pablo. A mi entender es una obra de carácter y virtuosismo, aspectos en los que el violinista Andrés Balaguer se quedó a medio camino. Las otras obras de De Pablo, «Un día tan solo» y «Dibujos», gozaron de una interpretación más certera y de la aprobación del autor, que estaba presente en la sala.

El momento álgido del concierto llegó con la interpretación de «Tema», de Helmut Lachenmann, autor muy presente en el Ciclo en los últimos años. Parece mentira que una obra tan experimental, escrita en 1966, siga manteniendo toda la fuerza del primer día y despertando tanto interés 50 años más tarde, cuando el contexto de la música contemporánea ha cambiado tantísimo. La soprano Carola Schluter, la flautista Clara Novakova y la chelista Delphin Biron supieron intercambiar con magisterio los roles clásicos en la producción de ruidos de todo tipo que les exige Lachenmann y comunicaron la pieza con un perspicaz sentido dramático.