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El presidente ruso, Dimitri Medvédev, recibe a Bono horas antes de su concierto

GARA | MOSCÚ

Escoltados por la policía de tráfico desde el momento en que pisaron suelo moscovita, Bono (Paul Hewson), The Edge (David Evans), Adam Clayton y Larry Mullen han recibido un trato preferencial por parte del Kremlin, durante una visita que recordaba más a la de un jefe de Estado que a la de unos músicos. Tanto es así, que el líder del legendario grupo irlandés, Bono, fue invitado el martes por el presidente ruso, Dimitri Medvédev, a su residencia estival del mar Negro, donde, entre otras cosas, hablaron sobre la lucha contra la pobreza en África, el sida, la tuberculosis y la malaria.

Ayer, horas antes de que comenzara uno de los conciertos más esperados del año en Moscú, las medidas de seguridad se intensificaron y los transportes metropolitanos sufrieron cortes que afectaron a buena parte de los más de diez millones de habitantes de la ciudad. Los moscovitas tuvieron que buscar alternativas a las cuatro líneas de trolebús así como a otras cuatro de autobús que cambiaron de ruta con motivo del espectáculo. La actuación de los irlandeses afectó también a una de las líneas más transitadas del metro de Moscú, conocido como el «palacio subterráneo» por su espectacular arquitectura.

En el debut de U2 en Rusia, se esperaba la asistencia de más de 80.000 personas alrededor de un escenario en forma de araña, convertido en el más grande del mundo, con una altura de 50 metros. Para trasladar el escenario y los numerosos equipos hasta el estadio de Luzhnikí, doscientos tráileres han asaltado la ciudad durante los últimos días.

«Nunca habían estado en Rusia y llegaron con antelación al concierto para ver Moscú, visitar algunos museos, ir al teatro, hacer algunas compras y pasear junto al río Moscova» declaró uno de los organizadores de la gira, Vladímir Zubitski.

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