Rentrée vertiginosa y de alto riesgo de Obama en vísperas electorales
Aniversario del Katrina, repliegue en Irak y dudas crecientes en Afganistán, negociaciones directas entre Israel y la Autoridad Palestina, una economía dubitativa a dos meses de las cruciales elecciones de medio mandato. La rentrée del presidente de EEUU, Barack Obama, se anuncia vertiginosa y repleta de dossieres cuya resolución puede marcar el futuro próximo del inquilino de la Casa Blanca.
GARA |
Barack Obama precisará de toda la capacidad de concentración y puntería que haya podido atesorar los pasados días de vacaciones en sus partidas de golf en Martha´s Vineyard, en la isla de Massachusetts (nordeste).
Y es que el presidente de EEUU se lanzará mañana domingo al ruedo de un nuevo curso político vertiginoso y en el que le esperan, a principios de noviembre, las elecciones de medio mandato.
Sin siquiera hacer escala en Washington, el inquilino de la Casa Blanca viajará el domingo directamente a Nueva Orleans, con motivo del quinto aniversario del paso del huracán Katrina, que inundó el 80% de la gran aglomeración de Luisiana (sur) tras la ruptura de los diques, dejando un saldo de 1.500 víctimas mortales.
El desastre del Katrina es otra de las envenenadas herencias de su predecesor Gaorge W. Bush, pero a la que se ha unido la marea negra provocada por el incendio de una plataforma de BP en el Golfo de México. Una catástrofe natural que sigue dando que hablar y que ha supuesto un nuevo golpe para la ya tocada región costera.
Irak y Afganistán
A estas alturas, Obama ha descubierto que la sombra de Bush es bastante más alargada de lo que hacían presagiar las críticas generalizadas a la gestión de su antecesor en el Despacho Oval.
El martes, Obama efectuará una visita a una base militar de Texas (sur), desde donde dirigirá un discurso a la nación anunciando el fin oficial de las misiones de combate. Un final que los hechos y la pujanza reciente de los grupos resistentes iraquíes se están encargando de desmentir con atentados y ofensivas como no se recordaban.
La solemnidad de su anuncio sobre Irak contrastará, en todo caso, con su calculada ambigüedad sobre Afganistán.
Ante una guerra cada vez más impopular y que está incrementando el número de bajas estadounidenses -tres soldados murieron ayer en dos atentados-, los analistas estiman que Obama está llevando a cabo una política de confusión deliberada. «Yo pienso que quiere mantener varias cartas sobre lo que hará el año que viene», señala Michael O´Hanlon, de grupo de reflexión Brookings Institution, en relación a su anuncio de que en julio de 2011 comenzaría la retirada de Afganistán.
Esta ambigüedad ha abierto la veda para que altos mandos militares muestren públicamente su opinión contraria a una retirada «antes de tiempo». Ello ha generado duras críticas entre los sectores contrarios a la guerra, que acusan a los generales de dejar sin margen de maniobra a Obama y de intentar eternizar el conflicto y la opción militar.
Pero no acaban ahí los desafíos para Obama, quien recibirá el miércoles al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, en su intento de relanzar el fallecido proceso de paz con negociaciones directas. 18 meses ha necesitado Washington para llegar a esta etapa. Las posiciones de partida, inflexible la israelí y débil la palestina, invitan a todo menos al optimismo.
Pero, al poner en primera línea la política exterior, Obama corre el riesgo de dar la impresión de que se olvida de lo que realmente importa a los estadounidenses: el paro, que sigue sin bajar, y una economía que tras el anuncio del final de la recesión vuelve a mostrar signos de flaqueza, contradiciendo el «verano de la recuperación» anunciado por la Casa Blanca.
Consciente de su posición vulnerable, la Casa Blanca comunicó que Obama participó el miércoles en una teleconferencia con su equipo económico y anunció un discurso a la nación pero sobre economía.
Miles de miembros de los Tea Party, grupos ultraderechistas, convergerán hoy en el Lincoln Memorial de Washington, justo 47 años después de que Martin Luther King pronunciara en ese escenario su célebre discurso «He tenido un sueño».
La convocatoria de este movimiento blanco y cristiano en alza en EEUU ha levantado una ola de críticas desde los sectores progresistas.
El convocante, Glenn Beck, asegura que se trata de una coincidencia. «Los blancos no son propietarios de la memoria de Abraham Lincoln, pero los negros tampoco son propietarios de la memoria de Luther King», se ha defendido este animador de radio de la cadena Fox News, ex alcohólico convertido a la religión mormona.
La concentración tiene como objetivo «festejar el nacimiento de un nuevo movimiento para restaurar el honor y la grandeza» de EEUU.
Ultraliberales, los miembros de Tea Party rechazan la política keynesiana de Obama. El movimiento fue lanzado en 2009 tras la elección de un negro como presidente de EEUU. Su nombre se inspira en las revueltas de 1773, descontentas con los impuestos del imperio británico sobre el té.
La polémica ha llegado hasta las calles de Washington. En sus blogs, los miembros del movimiento recuerdan que Washington está plagada de inmigrantes e instan a los suyos a no tomar las líneas amarilla y verde del metro. Los convocantes advierten contra los «riesgos» de salir de noche de las avenidas 14 y 16 y animan a sus seguidores a concentrarse ante las casas de los principales líderes demócratas del Congreso, cuyas direcciones adjuntan. Lucile MALANDAIN
Al menos seis menores afganos murieron en las últimas horas en un bombardeo de la aviación de la OTAN cuando recogían chatarra en la provincia oriental de Kunar.