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Obama, una política sin narrativa convincente

El presidente norteamericano, Barack Obama, afronta el nuevo curso político con unas elecciones de mitad de mandato a la vuelta de la esquina. Las elecciones de noviembre se presentan con unas encuestas que le sitúan en el nivel más bajo de aceptación; con unos datos económicos que revisan muy a la baja las previsiones de crecimiento y un nivel de paro récord en la historia de los Estados Unidos, y con dos guerras abiertas que están desangrando el presupuesto, la vida de miles de soldados y su propia credibilidad. Además, temas como el de la política de inmigración, atizada por los gobernadores más ultraderechistas del Partido Republicano, la catástrofe petrolera del Golfo de México y el debate de la energía abierto en canal, y su proyecto estrella, la reforma del sistema sanitario, prácticamente extinguido, van a puntuar en la campaña electoral. Todos los indicativos apuntan a que la posición de Obama se presenta muy complicada.

Su victoria arrolladora de hace dos años con su promesa de cambio demostró su capacidad para trascender las divisiones ideológicas y unir a partes enfrentadas del electorado norteamericano. Sin embargo, Obama no ha conseguido articular una narrativa convincente que dé coherencia a sus iniciativas y clarifique su agenda y objetivos. Su apuesta por la transversalidad y por convertirse en un pragmático en serie que va de dossier en dossier, diciendo «aquí hay un problema que resolver», hace perdedor al juego de valores e ideas del cambio. Sin narrativa convincente y con ideología opaca, el cambio corre el riesgo de convertirse en un eslogan nebuloso. Y Obama lo puede pagar muy caro.

Las dos guerras abiertas y un crack devastador del sistema financiero provocado por los tiburones de Wall Street que los republicanos sacaron a pasear fueron una herencia envenenada y que condiciona enormemente. En la carrera electoral no sólo se apuesta por los méritos propios y, sin duda, tratará de repartir responsabilidades. Ahora bien, el hecho de que los republicanos no merezcan ganar no significa que Obama no merezca perder.

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