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Guardetxe, un altavoz alternativo por la integración sociocultural

El próximo 24 de octubre se cumplirá un año de la reapertura del Guardetxe de Urgull en Donostia, después de que se calcinara en un incendio fortuito. Al igual que en la etapa anterior, el local ha ofrecido multitud de conciertos, aunque los miembros de Banda Bat que lo gestionan aseguran que «la casa» es mucho más.

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Oihane LARRETXEA

En las faldas de Urgull, justo detrás de la Basílica de Santa María, se encuentra el Guardetxe, un local con mucho encanto que más allá de ofrecer unas vistas privilegiadas de los tejados de Alde Zaharra , ofrece gracias a su servicio de bar, la posibilidad de reunirse con los amigos a tomar algo o de escuchar una sesión de dj's el sábado por la noche. La entrada es libre y todo el mundo está invitado. Después de que en febrero de 2007 un incendió fortuito obligara su cierre, casi tres años después, en octubre de 2009, abrió de nuevo sus puertas. Los miembros de Banda Bat que regentan «la casa», tal y como la llaman, volvieron con las pilas cargadas y la cabeza llena de ideas que, poco a poco, están intentando llevar a cabo.

Todos los proyectos tienen un objetivo común, que es, a su vez, la carta de presentación del local: la interculturalidad. «El tema surgió allá por el 2003 -explica Dinora Mega, miembro de Banda Bat-, cuando en la sociedad donostiarra empezó el fenómeno migratorio más fuerte. Vimos entonces la necesidad de trabajar por una convivencia fluida entre inmigrante y autóctono». Sin perder de vista esta palabra, Mega detalla que el Guardetxe tiene dos líneas de trabajo. La primera de ellas se basa en las actividades que nacen de los propios integrantes de la asociación; los talleres gratuitos de danza, literatura o teatro que se han impartido el curso pasado, las jornadas o los Encuentros Interculturales de Urgull. De hecho, éstos últimos alcanzaron el pasado junio su octava edición. «En 2003, cuando surgió la idea, el programa era de un fin de semana, pero desde hace tres años lo hacemos de una semana entera y se ha convertido en nuestro plato fuerte», detalla Rafa Azaola, miembro también de Banda Bat. Se trata un país concreto con gente nativa que ofrece charlas y coloquios con el objetivo de dar a conocer su cultura, su gastronomía, además de su situación social y económica.

La segunda línea de trabajo, «muy importante», racalca Azaola, es atender y escuchar la demanda de la calle. Ésto lo ejecutan prestando las instalaciones para que se den conferencias, charlas, conciertos o para que un grupo de música, simplemente, ensaye. Se trata, en definitiva, de servir como altavoz de aquellas personas que de otra manera no podrían expresarse o llevar a cabo su iniciativa. «La única condición es que el Guardetxe quede abierto al resto de personas -matizan ambos-; es decir, no aceptamos actividades privadas que excluyan a nadie. `Oye que es el cumple de una amiga, ¿lo podemos celebrar aquí?'. Pues claro, pero en la mesa de al lado otros estarán a sus cosas; es decir, a nadie se le cerrará en exclusiva la casa. Siempre y cuando la actividad persiga la filosofía cultural y social de la asociación, todas las personas serán bienvenidas ».

En este verano que está a punto de agotarse, tanto Mega como Azaola coinciden al afirmar que al Guardetxe se le ha sacado más rendimiento que otros años, puesto que ha permanecido abierto durante todo el día: «Antes las actividades se hacían de noche, sobre todo el fin de semana. Ahora, además de los conciertos o de las exposiciones, el usuario puede disfrutar de la pequeña biblioteca de intercambio de libros, de la zona wifi o simplemente de un rato agradable con los amigos mientras toma un café al aire libre. Hay mucha gente de Donostia que está con el chip anterior».

El futuro, un tiempo en el que es inevitable pensar, se lo plantean de manera positiva. Por ahora tienen una concesión de diez años para utilizar el local, y esperan que «poco a poco» se acerque más gente, «porque nuestro deseo es que lo sientan como si fuera su casa». Un elemento a tener en cuenta es la financiación, ya que el local se mantiene con los ingresos de la barra «y alguna subvención». Azaola y Dinora, al igual del resto de miembros de Banda Bat, trabajan de manera altruista: «A base de mucha fuerza de voluntad y un poco de locura haces que salga adelante. Nosotros realmente creemos en esto».

Ahora se encuentran inmersos en el diseño del nuevo curso, que arrancará en setiembre. Aunque la agenda no esté definida del todo, adelantan que excepto los lunes, abrirán cada día a partir de las 16.00 y que habrá talleres a los que puede apuntarse cualquiera, conciertos y dos jornadas. La primera, sobre Innovación Social y la segunda contará con la participación de la Asociación de Mujeres del Mundo. «También nos gustaría, cuando arreglemos el tema presupuestario, hacer un gran concierto para destinar un porcentaje de las ganancias a un proyecto de cooperación».

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