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Juez de parte, naipes ya marcados y descartes

Dabid LAZKANOITURBURU I

No podemos imponer ni impondremos ninguna solución». Nadie diría que quien habla así sea la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, pero los destinatarios del mensaje no eran ni iraquíes ni afganos, ni siquiera cubanos. Eran Israel y la Autoridad Palestina (ANP).

¿Tic propio del lenguaje diplomático? ¿Muestra de repentina modestia?

Nada de eso. La presentación del conflicto palestino-israelí como una cuestión entre iguales y la defensa, como principio, de una posición de equidistancia -totalmente falsa, por otro lado- son las principales trampas que impiden su resolución y que permiten a la «comunidad internacional» lavarse las manos ante la «intransigencia de los extremistas, de ambos bandos».

Conscientes de lo que les ha costado -20 meses- sentarles cara a cara en la mesa y sabedores de que se juegan su credibilidad internacional, Obama y los suyos parecen concebir las conversaciones actualmente en curso como un fin en sí mismo y no como un medio para la resolución del conflicto.

Una «negociación» en la que EEUU se presenta neutral -cuando todo el mundo sabe que es a la vez juez y parte- y en la que Israel espera, por su parte, contrapartidas en la cuestión iraní.

Un proceso al que, en fin, ni siquiera se ha invitado a la formación palestina (Hamas) que ganó en las últimas elecciones. Y en la que junto a la ANP, que no representa el sentir del pueblo palestino, están sentados, como «facilitadores», Egipto y Jordania. Más de un palestino debe estar pensando aquello de «cuídame de mis amigos, que por mis enemigos ya velan los Estados Unidos».

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