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Ahaztuak saca del olvido a tres campesinos ejecutados por las tropas franquistas

Un monolito honra desde ayer la memoria de tres campesinos que fueron ejecutados por el franquismo. Tres nuevos árboles simbolizan también el «simiente enterrado» hace setenta y cuatro años.

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Primitivo Fernández de Labastida Urruchi y el matrimonio formado por Mónica Barrón del Val y Florentino García Valencia fueron recordados ayer en un sencillo y emotivo acto organizado por la asociación que trabaja por la recuperación de la memoria histórica Ahaztuak 1936-1977.

La vida de estos tres campesinos se vio truncada hace, exactamente ayer, setenta y cuatro años cuando fueron ejecutados a manos de las tropas fascistas. Primitivo Fernández de Labastida era un labrador vecino del pueblo burgalés de Santa Gadea del Cid y la pareja era también campesina y vecina de Villanueva-Soportilla, pequeña localidad de la provincia de Burgos.

A finales del pasado mes de junio, y tras varios fines de semana de búsqueda, voluntarios de Ahaztuak junto con familiares de Primitivo Fernández de Labastida y vecinos del concejo consiguieron dar con la ubicación concreta de la fosa y con los restos de los tres desaparecidos. Pocos días después, junto con miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, procedieron a la exhumación de la fosa para proceder posteriormente al proceso de identificación de los restos.

Al igual que en muchos otros casos que se están reproduciendo en los últimos años, fue la voluntad familiar y la iniciativa popular «la garante e impulsora del trabajo por seguir haciendo justicia a las decenas de miles de desaparecidos que aún esperan en los centenares de fosas dispersas por todo el Estado español», denunció Ahaztuak.

«Ningún miembro del estamento judicial se personó en la fosa ni levantó acta alguna -continuaron-, ningún miembro de ninguna Policía tomó muestras para esclarecer este crimen y buscar autores y responsabilidades... Y eso que estamos hablando de un caso evidente de secuestro, de desaparición forzada y ejecución extrajudicial enmarcado en un proceso de genocidio político y en una dinámica planificada y continuada de delitos de lesa humanidad».

«Enterraron simiente»

Ayer, dos meses después de hallar sus restos y de exhumarlos para poder entregárselos con la certificación de su identidad a sus familiares, se celebró un sencillo homenaje en la fosa común situada en el puerto de La Tejera, en la cuneta de la carretera A-2622, que une las localidades alavesas de Pobes y Espejo.

Pasada media hora del mediodía, se descubrió un monolito con una placa con los nombres de los ejecutados y que recordará este sitio como «Lugar de Memoria». Además, se plantaron tres árboles que, de forma simbólica, remarcarán la frase del escritor y político gallego Castelao que presidió los trabajos de exhumación de esta fosa: «No enterraron cadáveres, enterraron simiente». «Una simiente de personas que creyeron en unos valores de libertad y justicia social, algo que pagaron con sus vidas -añadieron los representantes de Ahaztuak 1936-1977-, pero que ahora, junto a sus restos y su memoria, volvemos a recuperar para honrarla».

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