Despedidos los felices integrantes de Kabia con escenas llenas de emoción, el festival siguió con gran variedad de ofertas que venía a confirmarnos el gran potencial del teatro brasileño, y de nuevo nos coloca ante el debate sobre el espacio escénico, las relaciones espaciales con los espectadores y las múltiples maneras de ofrecer las creaciones artísticas, que no siempre deben ser frontales.

Junto a esta realidad enriquecedora, otra esperanzada: el teatro asume su responsabilidad cívica, social, política y se acerca a temas duros, controvertidos; y en este caso debemos señalar a los extremeños de Las Cuatro Esquinas quienes con “El jardín del mundo” hacen un relato estremecedor de la tortura, afrontada como un reflejo del pasado, pero que se proyecta ineludiblemente sobre el presente, ya que se trata de un asunto estructural, que sucede ahora, en muchos cuarteles, comisarías, cárceles u hogares.

Destaca, de la propuesta extremeña, su apuesta formal, para no dejarse arrastrar por las emociones, no pretende llevar al espectador a una catarsis, sino a una constatación de unos hechos documentados, pero expresados siempre, en los artístico, en un juego de opuestos, donde el sarcasmo interviene para operar de manera más profunda pero con una anestesia local. Un trabajo recibido, como le sucede en cada representación, con división de opiniones, ya que hay sectores del público que no quieren ver esa realidad, que se siente afectados, y quienes reciben esa información y la convierten en un impulso para una toma de postura.

Talento y profesionalidad

Uno de los grupos que acumulan talento, rasgos rompedores, tanto en su tratamiento espacial como en la dramaturgia, es el brasiliense Teatro do Concreto, que en “Entrepartidas” montan en un micro-bus a 29 espectadores, que hacen un recorrido por diferentes calles y avenidas de la ciudad, con la propia vida normal; más intervenciones de los actores en diferentes puntos del trayecto. Se para en una plaza, donde suceden acciones, se cuentan historias, de dolor, de esperanzas rotas, de amores y desamores. Se acaba en una casa en donde se asiste a dos rupturas y a un monólogo realmente estremecedor en una cocina. De vuelta al microbús, con los actores entrando en cada una de las paradas del trayecto, como habitantes de una ciudad imaginada. Una rica experiencia.

El grupo paulista Os fofos Encenam requirieron de una reproducción espacial de su lugar de trabajo y exhibición original. Y se hizo, porque en este Festival no existen milagros, simplemente profesionalidad y ganas de aventura. Y pudimos ver un magnífico trabajo a partir de “Álbum de familia” de Nelson Rodrígues, dirigido y adaptado por Newton Moreno con el nombre de “Memória da cana”, con tono de tragedia, una durísima historia de incestos, de descomposición de una familia, pero planteada en un espacio escénico envolvente, con los espectadores ubicados en gradas enfrentadas, con unos elementos escénicos magníficos, una actuación excelente de todo el elenco y un uso majestuoso de la iluminación y el espacio sonoro. Grandísimo espectáculo.

Una curiosidad, una ocurrencia, una provocación menor, la encontramos en “Abracadabra”, escrita, dirigida e interpretada por Luis Päetow. Toda la representación sucede a oscuras. Algunos espectadores llevan unas linternas, y esa es toda la iluminación empleada. Y el actor habla, con palabras que forman frases pero que no siempre son coherentes. Los espectadores reaccionan ante esta situación, abandonando, haciendo chistes. El actor sigue hablando hasta que el último espectador abandona la sala. Sin más.

Dos textos de autores brasileños, “A balada do Palhaço”, de Plinio Marcos, presentada por el Grupo de Teatro Artes & Fatos, un texto que pese a su festiva apariencia, esconde una amarga visión sobre los seres humanos y sus relaciones de poder. Puesta en escena atractiva y una buena actuación de los dos actores. Sérgio Maggio es el autor de “Cabaré das donzelas inocentes”, texto creado a partir de entrevistas realizadas a viejas prostitutas de Bahia, que en este montaje, dirigido por Murilo Grossi y William Ferreira, se reformula su estructura dramática para que cuatro buenas actrices nos muestren ese mundo sórdido, pero humanizado, dando vida a unas mujeres con anhelos, esperanzas y sueños como las demás.

Los hermanos Adriano y Fernando Guimarâes plantean una versión muy pop de “A comedia dos erros” de William Shakespeare, y resalta en esta puesta en escena los elementos utilizados, básicamente carritos del súper, y el trabajo actoral, con buen uso del cuerpo, en una estética muy recargada.

Hay mucha más vida que las representaciones.  El ambiente es propicio para el encuentro y el crecimiento. El de Brasilia es un ejemplo de Festival, realizado desde la gestión privada de un grupo de amantes del teatro, con la ayuda de múltiples patrocinadores y colaboradores  privados e institucionales.