La selección francesa accede al cruce de octavos de final con la penitencia de haber perdido una ocasión dorada de asegurarse un partido más asequible. Después de su sorprendente victoria sobre la selección española en la jornada inaugural, los bleu arruinaron un buen comienzo con dos derrotas ante Lituania y Nueva Zelanda. Este doble tropiezo condena a los de Vincent Collet a jugársela ante una Turquía que une su condición de selección anfitriona con que aún permanece invicto.

La selección otomana ha sido una de las mejores en esta primera fase, con jugadores como Ersan Ilyasova en un estado de forma simplemente espectacular. Los de Bogdan Tanjevic sólo tuvieron problemas para derrotar a Puerto Rico, pero frente a Grecia o China dieron verdaderas lecciones de juego, sencillo a la par que efectivo, y no sólo en ataque, porque su defensa también se ha mostrado muy seria. Por ejemplo, forzaron a Rusia a que se pasara más de 13 minutos sin conseguir una canasta en juego.

Y todo eso, cuando Hedo Turkoglu, a priori su jugador más desequilibrante, no atraviesa su mejor momento. Otros hombres como Erden, Savas o Tunçeri, amén del alero de los Phoenix Suns, han emergido en su mejor versión, de modo que el favoritismo de los de Tanjevic se antoja como incontestable.

Principio de incertidumbre

Si en el segundo partido de hoy hay un clarísimo favorito, del primero, el que enfrentará a Eslovenia y Australia a partir de las 17.00, nada se puede decir.

Mientras que Australia ha exhibido solidez sin suerte ante Argentina o Serbia, Eslovenia ha sabido ganar a «sus» rivales -Brasil y Croacia- mientras que abdicaba de competir ante los Estados Unidos. Ganará quien menos irregular se muestre, en el contexto de dos selecciones caracterizadas por su irregularidad.