CRÓNICA I expulsión de romaníes del estado francés
Decenas de miles de voces se alzan en Europa contra el «racismo de Estado»
Las expulsiones colectivas del Estado francés de gitanos de origen rumano y búlgaro han indignado a miles de ciudadanos en toda Europa. Ayer salieron a las calles para expresar su rechazo frontal al racismo y la xeno- fobia que perciben tras esas medidas.
GARA I
La respuesta de la ciudadanía contra la política del Gobierno de Nicolas Sarkozy hacia la minoría étnica mayoritaria en la Unión Europea, la comunidad romaní, no podía esperar más, y ayer varios estados europeos, principalmente el francés, vivieron una jornada de movilización contra el «racismo de Estado» que decenas de miles de ciudadanos europeos ven detrás de las expulsiones masivas de gitanos rumanos y búlgaros. El Ministerio francés de Interior cifró en 77.000 las personas que se movilizaron en todo el Estado, una cifra que los organizadores elevaron a 100.000.
Como no podía ser de otra manera, la manifestación más numerosa tuvo lugar en París, donde se congregaron entre 12.000 y 50.000 personas, según las fuentes. El cortejo parisiense estuvo abierto por un grupo de gitanos cuyo poblado situado en los arrabales de la capital fue destruido por las autoridades el mes pasado, que encabezó simbólicamente la marcha, con una pancarta con el lema «No a la política inhumana de Sarkozy». Entre los congregados, pocos gitanos, puesto que ellos se manifestarán en París el próximo día 15.
En el resto del Estado se realizaron unas 130 manifestaciones en las principales ciudades, entre ellas Baiona, donde varios centenares de personas se manifestaron contra el racismo y la xenofobia. Además, se llevaron a cabo concentraciones, algunas ante las embajadas francesa, capitales europeas como Londres, Bruselas, Lisboa, Busapest, Roma, Barcelona o Madrid, entre otras. Las movilizaciones contaron con el apoyo de decenas de organizaciones de derechos humanos, sindicatos y partidos de izquierda y ecologistas.
«Ante la xenofobia y la política del desprecio: libertad, igualdad, fraternidad», rezaban los carteles que llamaban a manifestarse, aludiendo al lema oficial de la República francesa. En París, personalidades del mundo de la cultura, como la cantante Jane Birkin o la cineasta Agnes Jaoui, acudieron a las inmediaciones del Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional para cantar, acompañadas de un acordeonista, a favor de los inmigrantes «sin papeles».
«Es una canción contra el desamparo, para levantarle el ánimo a la gente. Pienso que se ha convertido a los gitanos y a los inmigrantes en situación irregular en chivos expiatorios a los que se puede expulsar, mientras que a mí, que también soy extranjera, no se me expulsa», afirmó, indignada, Birkin.
Birkin formó parte, junto con el ex resistente contra la Ocupación nazi de Francia (1940-1944) Stephane Hessel, del grupo que se entrevistó posteriormente con asesores del ministro de Inmigración Eric Besson.
«Fue un diálogo de sordos, pero es bueno que haya tenido lugar para mostrarles que gran parte de la población monta en cólera ante esta política nauseabunda», indicó el portavoz de la Red de Educación sin Fronteras (RESF), Richard Moyon, que lucha contra las expulsiones de inmigrantes «sin papeles».
«Desde finales de julio, no dejamos de oír discursos que defienden los fundamentos del programa de Le Pen», estimó el presidente de la Liga de Derechos Humanos, Jean-Pierre Dubois, refiriéndose al líder de la extrema derecha, cuyo programa se basa, a su juicio, en supuestos vínculos entre «inmigración y delincuencia», una vinculación a la que también aludió Sarkozy para endurecer sus políticas de seguridad con las que pretende recuperar el apoyo de la ciudadanía.
«Se ha cruzado la línea roja», dijo Dubois; mientras que la líder de los Verdes aseguraba que «no aceptamos el veneno que el Gobierno de la República está tratando de inocular».
Pero al ordenar el desmantelamiento de los campamentos ilegales de gitanos y nómadas y su deportación a sus países de origen, además de la retirada de la nacionalidad francesa a quienes cometan determinados delitos, ha provocado la ira de la sociedad civil y de la oposición, que acusa a Sakozy de culpar a los gitanos de los males de la sociedad, además de críticas de la ONU, la Comisión Europea y el Vaticano, entre otros.
En Europa, las protestas reunieron a miles de personas. La más numerosa tuvo lugar en Roma. En las pancartas exhibidas en Bruselas, se podría leer: «Romaníes, inmigrantes, ¿quién es el siguiente?»; en Barcelona: «Basta de deportaciones», y en Londres: «Basta, ya basta».
Desde finales alrededor de un millar de gitanos procedentes de Rumanía y Bulgaria han sido deportados a sus países y cientos de campamentos desmantelados en el Estado francés.
El Gobierno francés minimizó la respuesta ciudadana a su política contra la inmigración al afirmar, en un comunicado, que las manifestaciones apenas lograron reunir a «unas decenas de miles de personas». Su ministro de Interior, Brice Hortefeux, aseguró que continuará su «acción determinada para hacer recular toda forma de delincuencia y defender los derechos de las víctimas, sin estigmatizar a ninguna comunidad.