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Un capítulo más en la larga historia de «traidores» que cambiaron de acera en la capital de Lombardía

La llegada de Ibrahimovic al Milan no es sino un nuevo capítulo en la larga lista de nombres que han militado en los dos equipos de la capital lombarda. El trasvase del Inter al Milan, o viceversa, ha sido una constante a lo largo de la historia de dos de los más grandes conjuntos europeos.

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Beñat ZARRABEITIA I

Llegar a Milán, más si se hace en tren, puede llegar a ser una experiencia fascinante. O desesperante, según se mire. Los viajeros mezclan resignación y enfado cuando uno de los trenes llega con su habitual retraso a la capital lombarda. Bajarse en la estación central supone ver uno de los edificios megalómanos de la época de Mussolini, una obra que encaja perfectamente en el prototipo de arte fascista. Enorme, repleta de ángeles y poco acogedora. Para salir, rampas mecánicas que convierten la experiencia en aún más costosa y a los lados tiendas y grandes murales en los que, por ejemplo, Cristiano Ronaldo o Megan Fox promocionan la ropa interior de Armani.

Una vez fuera, la locura. Coches y más coches. Edificios institucionales y un rascacielos de 30 plantas que tuvo temblando a occidente después de que en abril de 2002 una avioneta se estrellase contra él. El 11-S estaba demasiado cerca. Así arriba a Milán buena parte del común de los mortales.

Sin embargo, existen aquellos que lo hacen en avión privado y con la prensa esperándoles casi en plena pista. Se trata de las grandes estrellas rossoneras (el rojo y negro del Milan) y nerazzurris (el negro y el azul del Inter). La ciudad se divide en hinchas de ambas escuadras.

La rivalidad se extiende a las propias familias. Incluso en las de los futbolistas. Es público que el hijo de Materazzi simpatiza con el Milan, mientras su padre es una leyenda del Inter. Mario Balotelli abrió la caja de los truenos al reconocer en un programa con cámara oculta su simpatía por el Milan. Ni Mourinho ni la afición del Inter le perdonaron semejante revelación. Sus huesos han ido a parar al Manchester City inglés.

La incompatibilidad, en cambio, parece que únicamente se respira en las calles y entre los tiffosi, porque los futbolistas apenas tienen problemas para cambiar de acera. En Milán no ocurren situaciones tan traumáticas como la vivida por Mo Johnstone al dejar Celtic Park para fichar por los Rangers; el caso más paradigmático del rechazo de una afición a un nuevo fichaje. Un católico en Ibrox Park, sacrilegio que superó por completo a Johnstone, un jugador que jamás ofreció el mismo rendimiento. Tampoco se acerca a las cotas de la animadversión -cochinillo y decibelios disparados incluidos- que aguantó Luis Figo en el Nou Camp.

Con escalas intermedias

Durante los últimos veinte años, numerosos futbolistas han lucido la elástica de los dos grandes conjuntos de la capital lombarda sin mayores complejos. El último caso es el de Zlatan Ibrahimovic. El sueco de origen balcánico salió de Catalunya dando un portazo y vuelve a la ciudad en la que más ha disfrutado como jugador. No regresa al Inter, sino que defenderá los colores del Milan.

Una afrenta hasta para el propio Moratti. El máximo mandatario interista aseguró que deseaba que Ibra se quedase en Barcelona ya que aún le consideraba «uno de los nuestros». Ya no lo será más. Segunda hinchada del Calcio que odiará al escandinavo. La de la Juve tampoco le perdona haber dejado Turín tras el moggigate. Los héroes bianconeros son Buffon, Del Piero y Nedved, que no abandonaron el barco.

Pero el de Ibrahimovic no es el único caso. Esta misma temporada, el joven delantero húngaro Attila Filkor ha dejado la academia del Inter para fichar por los rojinegros. Eso sí, sin focos ni expectación mediática. Normal, ya que ni siquiera formará parte de la primera plantilla. Ha sido enviado al norte, a la Triestina para jugar en Segunda.

Antes, grandes capo cannonieris interistas como Ronaldo o Christian Vieri vistieron la camiseta del Milan una vez concluidas sus etapas como nerazzurris. Otros futbolistas de primerísimo nivel como Roberto Baggio, Seedorf, Andrea Pirlo, Hernán Crespo, Christian Panucci, Aldo Serena o Patrick Vieira han cambiado de acera sin mayor problema. Una mudanza con escalas intermedias en la mayor parte de los casos.

Y es que el trasvase inmediato sí que supone una presión añadida y una afrenta complicada de asumir para los aficionados. Aunque en casos como los de Mauricio Ganz, Francesco Coco o Ariel Gugielminpietro sirva para la mofa sobre los desatinos del vecino a la hora de contratar futbolistas que antaño han sido propios. Como en todas las casas.

Es parte de la salsa del derbi entre los equipos de Milán. Un aliciente más para una campaña en la que los rossoneros, con otra ex estrella nerazzurri en sus filas, intentarán asaltar el dominio interista de los últimos cursos. Y eso en un país donde la épica, el cambio, la picaresca y la teatralización son un arte, eleva la atracción por el Calcio.

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