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Un paso que anuncia nuevos escenarios

La declaración hecha pública por ETA este domingo ofrece un dato que cierra bastantes de las especulaciones habidas en los últimos tiempos, al constatarse fehacientemente que el parón prolongado de ETA en sus acciones armadas es consecuencia de una decisión adoptada por esta organización ya hace un tiempo. Junto con este anuncio, en la declaración dirigida al pueblo vasco, ETA anima a los agentes políticos y sociales del país a que den pasos firmes que propicien el cambio político, solicita abiertamente la implicación de la comunidad internacional al objeto de facilitar una solución al conflicto, y alude también a la necesidad de que el Gobierno español tenga voluntad suficiente para poder establecer los mínimos democráticos necesarios para el desarrollo del proceso democrático.

La declaración de ETA, qué duda cabe, debe entenderse en el contexto político y social en el que se produce, al que también hace referencia el propio texto al citar que, tras el agotamiento del marco jurídico-político vigente, ahora toca la tarea de llevar a cabo el cambio político que demanda el país.

Dentro de ese contexto general, cabe interpretar también que el paso dado por ETA tiene relación directa con los acontecimiento que se han ido encadenando en los últimos meses, y cuyo origen en todos los casos se encuentra en el debate realizado por la izquierda abertzale. Un debate que ha llevado a una redefinición táctico-estratégica y a la decisión unilateral de emprender un cambio de ciclo. Después de que en otoño de 2008 se comenzara a esbozar, ya con cierta perspectiva respecto al fallido proceso de negociación, las ideas y contenidos de la futura estrategia y todo ello tomase cuerpo, un año después, en un amplio debate realizado a lo largo y ancho de Euskal Herria, las iniciativas y movimientos no han dejado de sucederse. Los pronunciamientos de Altsasu e Iruñea por parte de la izquierda abertzale, la irrupción de una muy destacada representación del ámbito internacional mediante la Declaración de Bruselas, las iniciativas conjuntas en defensa de los derechos civiles y políticos, como la manifestación de Adierazi EH! convocada para el próximo fin de semana, o los esfuerzos para la acumulación de fuerzas independentistas, entre ellos el acuerdo estratégico entre la izquierda abertzale y EA, componen una serie de acontecimientos inscritos en esa lógica de emprender el camino para provocar un nuevo tiempo. Sólo en esa lógica, y en ninguna otra, se debiera inscribir el anuncio de ETA.

Cautela y reparto de papeles

Así hay que subrayarlo hoy, sobre todo ante las primeras reacciones de los portavoces políticos. Aun actuando con algo más de cautela que en otras ocasiones, las valoraciones se han sucedido como un resorte previamente preparado para calificar de insuficiente el anuncio de ETA. O dicho de otra forma, estas declaraciones se hubiesen repetido exactamente igual fuera cual fuese el contenido y alcance del pronunciamiento de la organización armada. Sin embargo, todos esos representantes políticos saben fehacientemente que en Euskal Herria resulta política y socialmente indefendible decir que este paso es negativo en algún sentido. Si los responsable políticos y los medios de comunicación de Madrid pretenden hacer de esa posición un lugar común en la opinión pública española tan sólo estarán echándose piedras sobre su propio tejado. Del mismo modo, plantear que todo lo que haga la otra parte en liza siempre será insuficiente cuando uno se sitúa en el más radical de los inmovilismos no es un discurso que tenga demasiado recorrido en este momento. Mal papel el de los portavoces de la desesperanza en un momento en el que se está sembrando la ilusión.

Potencialidades que no pueden ser negadas

Por de pronto, la declaración de ETA puede facilitar a los agentes vascos que han mostrado su disposición a trabajar por un nuevo tiempo la adopción de mayores grados de compromiso y definición, aunque sigan pidiendo que la organización armada realice pronunciamientos más nítidos, que realmente el proceso abierto necesitará. Otro tanto cabe decir respecto a los agentes internacionales, que han visto que sus llamamientos -al menos, en Euskal Herria- no caen en saco roto, por lo que perfectamente pueden avanzar en su trabajo de ayudar a buscar salidas posibles y justas al conflicto por la senda marcada por la Declaración de Bruselas.

Esta situación debería servir también para interpelar a los estados y poner en cuestión su obstinación en mantener las situaciones bloqueo, aunque es cierto que su discurso hoy es excesivamente rocoso y que parece que con la exigencia del abandono inmediato y total de las armas por parte de ETA, hasta plantear que abjure de su proyecto político, les es suficiente para quitarse la cuestión de encima. Pero las fotos fijas no valen en este caso, puesto que los movimientos que se están dando en favor de soluciones políticas, ampliamente respaldadas en la sociedad vasca, dejarán fuera de juego posiciones que hasta hace nada parecían rentables.

La clave sería, por tanto, entender que se ha producido un paso, justo cuando comienza el curso político, y que, más pronto que tarde, todo aquel que quiera que el cambio político se materialice, incluida la propia ETA, deberá propiciar nuevos movimientos, hasta arrastrar también a quienes puedan pretender que el reloj se pare hoy.

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