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Un nuevo atentado suicida en Daguestán pone en evidencia la incapacidad de Rusia

El atentado suicida contra una unidad militar en Daguestán, que se ha cobrado seis vidas, es el último episodio de la violencia que azota el Cáucaso Norte y refleja la incapacidad de Moscú para detener la insurgencia que, tras las guerras en Chechenia, se ha extendido en toda la región.

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Al menos cinco soldados murieron y otros 39 resultaron heridos ayer en un atentado suicida con coche-bomba perpetrado contra una unidad militar cerca de la ciudad de Buinaksk, en la república norcaucásica de Daguestán, vecina de Chechenia. La acción costó también la vida al kamikaze.

Según el Ministerio de Defensa, poco después de la medianoche pasada, un suicida embistió con un coche cargado con explosivos contra las puertas de una unidad motorizada del Ejército situada en el polígono Dalni, a las afueras de Buinaksk. La explosión se produjo cuando el vehículo que conducía, que fue tiroteado desde el puesto de control de la unidad, chocó contra un camión militar que cortaba el acceso al territorio del 136 batallón motorizado del Ejército. La explosión del vehículo fuera del campo militar limitó el número de muertos, según declaró un portavoz ministerial a RIA Novosti.

Los expertos indicaron que sólo explotó una de las dos bombas, de una potencia de 25 kilos de trilita cada una, que transportaba el vehículo del kamikaze.

La acción protagonizada ayer por los rebeldes norcaucásicos en Daguestán, escenario de ataques casi diarios contra las fuerzas de seguridad y las autoridades, ha vuelto a poner en evidencia la incapacidad de Moscú para detener a una insurgencia exacerbada por las dos guerras en Chechenia, que se ha extendido a toda la región.

«Tenemos que hacer más esfuerzos para eliminar a estos bandidos», dijo Magomedsalam Magomedov, presidente daguestaní, citado por AFP.

Una tarea que se presenta difícil dada la pobreza y los problemas sociales que alimentan la insurgencia en la región.

El año pasado, durante una visita a esta república norcaucásica bajo control de Moscú, el presidente ruso, Dmitri Medvedev, admitió que «clanes, robo y soborno y cohecho» favorecen el reclutamiento de militantes islámicos. Según las ONG, son las atrocidades contra los civiles y la impunidad de las fuerzas de seguridad lo que empujan a los jóvenes a unirse a los rebeldes.

El jefe de los servicios especiales rusos, Alexander Bortnikov, informó el 28 de agosto que ese mes habían muerto más de 30 rebeldes en el Cáucaso Norte. «Es un buen resultado, hemos pagado un duro golpe a la rebelión», indicó entonces Medvedev.

Al día siguiente, los rebeldes atacaron Tsentoroy, la cuna del hombre fuerte de Chechenia, Ramzan Kadirov, y en los combates murieron 18 personas.

Vladimir Putin, que lanzó la segunda guerra en Chechenia cuando era presidente reconoció en julio que «las medidas represivas» no son suficientes.

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