Varios kamikazes causaron la muerte de al menos 12 personas e hirieron a otras 36 ayer en Bagdad, en el atentado más mortífero perpetrado en Irak desde que terminó la «misión de combate» de las tropas estadounidenses a finales de agosto.

El ataque contra ese complejo militar, que ya había sido blanco de un atentado suicida en agosto, ilustra la dificultad de las fuerzas iraquíes a mantener la seguridad frente a grupos armados que multiplicaron sus demostraciones de fuerza en las últimas semanas.

Según la comandancia de operaciones de Bagdad, cinco kamikazes llegaron en un minibús hasta la entrada trasera de la antigua sede del Ministerio de Defensa, en el centro de Bagdad, un local que sigue siendo utilizada por el Ejército.

«Uno de ellos bajó del minibús. Las fuerzas de seguridad le dispararon e hizo explotar» las bombas que llevaba encima, indicó la comandancia en un comunicado recogido por AFP. «Dos más huyeron hacia un edificio cercano y el minibús estalló con los otros dos terroristas dentro», agregó.

Las fuerzas de seguridad rodearon el edificio, se produjo un tiroteo y los dos kamikazes aún vivos hicieron estallar sus cinturones de explosivos, según las mismas fuentes.

«Recibimos 12 cadáveres y 36 heridos, en su mayoría civiles que se encontraban en edificios cercanos que se derrumbaron", indicaron fuentes médicas.

Ese mismo lugar fue objeto, el 17 de agosto, del ataque más sangriento del año en Irak, en el que perdieron la vida 59 personas, sólo dos semanas antes de que concluyera la «misión de combate» de las fuerzas de EEUU y en pleno Ramadán, el mes sagrado del ayuno musulmán.