Amor, humor y horror triangular en «Balada triste de trompeta»
Excesiva, barroca, violenta y realizada con «una libertad creativa total», «Balada triste de trompeta», la «tragedia grotesca» de Álex de la Iglesia que opta al León de Oro, llevó ayer a la Mostra su retrato de la historia del Estado español del siglo XX filtrado a través de la mirada de dos payasos.
Mateo S. CARDIEL | VENECIA
«Me interesa el payaso como símbolo», explicó el cineasta bilbaino en un encuentro con la prensa, ayer en Venecia. «Es una figura terrorífica fuera de contexto, que tiene un «link» con el sacerdote y el torero. Los tres llevan trajes de luces, los tres participan en un ritual de iniciación en el que hay un sacrificio». Y ese es el primer triángulo que marca esta voluntariamente indigesta película.
«Balada triste de trompeta» está recorrida por una carcajada truncada y escalofriante, por un país que se ríe para maquillar el desamparo. «La expresión «España negra» es una redundancia», aseguró el también presidente de la Academia española de Cine, que ha querido hacer con esta cinta «un exorcismo» con el tan conflictivo tema de la memoria histórica.
Amor, humor y horror
«Balada triste de trompeta, por un pasado que murió, y que llora y que gime como yo», cantaba Raphael, y sobre esta estrofa se construye el inquietante cine de esta nueva cinta del autor de «acción mutante». «Es la película más difícil que he hecho, pero también de la que más orgulloso me siento», sentenció.
Desde la Guerra del 36, hasta el asesinato de Carrero Blanco, la cinta cuenta la historia del payaso tonto, encarnado por Carlos Areces, y su llegada a una compañía sometida al agresivo carisma del payaso gracioso, encarnado por Antonio de la Torre, con quien rivalizará además por el amor de una mujer: la trapecista que encarna Carolina Bang. Ya van dos triángulos.
El tercero es el del amor, el humor y el horror. «El amor conduce inexorablemente al horror, y la única manera de impedirlo es a través del humor», resumió De la Iglesia, quien a su vez considera «Balada triste de trompeta» parte de una «trilogía de la degradación de las alturas» junto con «El día de la bestia» y «La comunidad».
Llena de imaginario de una época que De la Iglesia recuerda como «una alucinación infernal», el título también es «una reivindicación del espíritu cinematográfico patrio. De Pedro Olea, de Mario Camus, de «Furtivos» (de José Luis Borau)», aseguró.
Y todo ello aderezado con algunos de sus colaboradores habituales: no está su acostumbrado guionista, Jorge Guerricaechevarría, pero sí Roque Baños, que orquesta la película en un tétrico redoble de Semana Santa, y también están actores como Sancho Gracia, Santiago Segura, Terele Pávez o Enrique Villén.
«No sé si es mi película más adulta, porque me suena muy pretencioso. Pero participa de un sentimiento mío: el de no haber sido nunca un niño», confesó De la Iglesia, que ya mostró la reverberación trágica de la carcajada en «Muertos de risa».
«Creo que el único humor que funciona es el que se sabe peligroso», afirmó quien llegó a Venecia con la película recién montada y acompañado por Bang, De la Torre y Areces.
Sus competidoras en la jornada de ayer en la Mostra de Venecia fueron «Non credevamo», la mastodóntica recreación de la unificación italiana en 200 minutos rodada por Mario Martone y destinada a ser desmembrada en forma de mini serie para la televisión, y «Promises Written in Water», la cinta dirigida por el polémico Vincent Gallo.
La historia de un sicario que se ha movido entre México y EEUU es protagonista también del 67 Festival Internacional de Cine de Venecia, en el que se ha presentado el documental «El sicario Room 164», dirigido por el italiano Gianfranco Rosi.
Este documental retoma el testigo del artículo «The Sicario», que el escritor estadounidense Charles Bowden publicó en 2009 en «Harper's Magazine», según explicó ayer Rosi en una entrevista con Efe en Venecia, en cuyo festival se ha presentado la cinta dentro de la sección Horizontes. Ese artículo de Bowden tiene el mismo protagonista que el documental del italiano: un sicario de habla hispana ya retirado gracias al descubrimiento de la fe en Dios y que expía sus pecados a través de su testimonio.
Las seis horas de filmación del testimonio, condensadas en 80 minutos, muestran la crueldad y la forma de actuar de los sicarios en este lugar del planeta, en el que la reciente escalada de violencia ha hecho que se enciendan todas las alarmas de la comunidad internacional. GARA
«No sé si es mi película más adulta, porque me suena muy pretencioso. Pero participa de un sentimiento mío: el de no haber sido nunca un niño», dijo ayer Álex de la Iglesia.