Terry Jones, pastor de una pequeña iglesia evangélica de Florida, ha convocado un acto público de quema del Corán para el 11 de setiembre. Y las alarmas por las consecuencias que ello pueda acarrear, así como la condena internacional, no se han hecho esperar. Este nuevo capítulo se suma a la polémica en torno a la construcción de un centro islámico, de nombre Casa Córdoba, inspirado en la Córdoba medieval, de gran riqueza cultural promovida por los musulmanes, en la zona cero de Manhattan o los más cercanos como la prohibición del velo que se abre camino en Europa. El poeta judío Heinrich Heine dijo que donde los libros son quemados al final la gente será quemada. El Corán es el libro sagrado depositario de la historia, la identidad y los valores del mundo islámico. No serán pocos los que prefieran quemarse vivos o inmolarse antes de ver el Corán quemándose. No se trata de un pastor más o menos en sus cabales. Poderosas agendas, en ambas partes, están utilizando estas cuestiones altamente inflamables y emocionalmente explosivas para alimentar una política fundamentada en el paradigma de un conflicto abierto entre Occidente y el Islam, con fines que nada tienen que ver con el espectro religioso.