Una cita con la historia y contra la historia
La manifestación convocada por la plataforma Adierazi Euskal Herria! para este sábado en Bilbo a favor de todos los derechos civiles y políticos para todos los ciudadanos de este país se presenta en una coyuntura crucial. Con un alto el fuego de ETA, amenazas de prohibición de la Fiscalía y una expectativa social que nadie puede defraudar. Queda lejos en la memoria la impresionante manifestación del primero de abril de 2006 que dio la bienvenida con un apoyo masivo a aquel malogrado proceso negociador, pero su sombra se proyecta de nuevo y los acontecimientos parecen repetir un guión maquiavélico. Entonces, la apuesta del Estado español se reflejó en la detención y encarcelamiento del máximo representante de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, y ahora, a través del fiscal jefe Javier Zaragoza, el Ejecutivo de Zapatero pretende prohibir la expresión pública de un sentimiento mayoritario y plural a favor de un futuro de soluciones. Mantiene, así, su apuesta represiva, buscando el shock y la conmoción social, para lograr una rápida superioridad sicológica y política en el proceso.
No es nueva esa conducta, como no es nuevo el lenguaje del inmovilismo y del «no mover ni una coma». Pero se equivocan si creen que así demuestran fortaleza, si creen que mediante la provocación y la guerra de nervios van a hacer cambiar la apuesta estratégica y el compromiso por hacer irreversible esta oportunidad. La mayoría social de Euskal Herria sabe que la mejor respuesta a la ofensiva represiva es avanzar en el proceso democrático, sin perder los nervios y con un convencimiento sereno, con mayor autoexigencia en la proyección de su apuesta y la articulación de una mayor adhesión social a la misma. Este país tiene hambre de cambio de ciclo y provocaciones de ese tipo no van a conseguir que se atragante y deje de comer.
Bilbo será, una vez más, testigo de un país que sabe que es necesario actuar, no sólo reaccionar; que frente al inmovilismo y al «no hay nada que hacer», sabe avanzar confiando en sus propias fuerzas. Y la ciudadanía vasca demostrará el sábado la fortaleza con la que es capaz de defender los mínimos democráticos, y la libertad.