No entiendo muy bien el porqué de esa manía tan extendida por estos lares políticos de presentar cualquier iniciativa institucional como «lo más de lo más del mundo mundial». La penúltima ha sido la propuesta del Gobierno de Lakua para reformar la ley que sigue permitiendo el comercio del tabaco y limita su consumo en algunos espacios públicos, no en todos. Por poner un ejemplo, en Ipar Euskal Herria no se puede fumar en ningún establecimiento hostelero desde el 1 de enero de 2008. En París optaron por zanjar el tema de una sola vez y así evitaron la polémica con los hosteleros que ha provocado Madrid al permitir en la práctica que se pudiera fumar en casi todos los bares después de aprobar su ley «antitabaco» en 2006.

No obstante, las polémicas en torno a que la prohibición llegue hasta el automóvil privado o sobre por qué no se puede fumar donde uno se puede bañar en alcohol son frivolidades ante lo que realmente esconden estas medidas: que prohibir se convierte en sinónimo de permitir cuando observamos cuál es la actitud real que mantienen la mayoría de las instituciones europeas ante el tráfico y consumo de tabaco.

Siguiendo con el ejemplo del Gobierno de Lakua, si no fueran tan cínicos, en lugar de encargar la presentación de la nueva ley a la responsable de Asuntos Sociales, deberían haber enviado al consejero de Sanidad y Consumo. Y el mensaje tendría que haber sido así de contundente: fumar es malo para su salud, puede provocar la muerte y, por consiguiente, a partir del próximo 1 de enero se prohíbe su comercialización sin excepciones y queda totalmente prohibido su consumo.

Por si se acepta la propuesta, advierto que, para evitar muertes por infarto, sería aconsejable que se avisara de antemano a los responsables de los respectivos erarios públicos, quienes iban a ver cómo los ingresos por impuestos especiales e IVA caían en picado. Millones y millones de euros que se esfumarían de la noche a la mañana. ¿Se atreverán a aprobar «la» ley antitabaco o seguirán esparciendo cortinas de humo?